En el trabajo de Paula eran varios los compañeros que vivían relativamente lejos de la oficina y ella, que siempre fue un amor, se ofreció desde el principio a llevar a 3 de sus compañeros a casa al terminar la jornada.
Todo empezó cuando se encontró con dos de sus compañeros en el bar de debajo de su casa una tarde cualquiera. Ellos le dijeron que vivían por allí y, cuando al día siguiente vio que llovía mares y que ellos no tenían coche, se ofreció a llevarlos de vuelta. A ella no le costaba nada llevarlos y ellos estaban muy agradecidos.
En su empresa había muy buen ambiente. En general todo el mundo se llevaba bastante bien, pero con Paula era imposible llevarse mal, era una chica dulce y amable, siempre dispuesta a ayudar y con una sonrisa que animaba el día a cualquiera.
Cuando dejó de llover con tanta intensidad, los compañeros de Paula le dijeron que no hacía falta que los siguiese llevando, pero ella insistía en que era una tontería que perdiesen casi ¾ de hora en llegar a sus casas cuando a ella no le suponía nada y además así iba acompañada. Por eso empezaron a llevarle pequeños detalles cada poco tiempo. Un vale de spa fue el primero de los regalos que le hicieron por todo aquel invierno que les ayudó a llegar secos a sus casas. Después eran cosas más simples como unos bombones, un disco que sabían que quería… Al menos una vez al mes ella tenía su detalle por su servicio de Taxi.
Cuando entró a trabajar Lorena resultó ser casi vecina también, así que se unió a los viajes de vuelta en el coche de Paula con sus dos compañeros.
Fue entonces, cuando sus amigos empezaron a ir siempre en el asiento de detrás, cuando empezaron a aparecer pequeñas notas sobre el asiento.
Todos salían a la vez del coche por lo que no podía saber quién había sido. Tras dos o tres días encontrando esos papelitos sobre el asiento, empezó a fijarse bien en el momento de bajarse del coche, por lo que la notas empezaron a ocupar lugares más rebuscados por en el coche, aunque siempre de forma que las pudiera ver. Un día hubiera jurado que Julián se sacaba algo del bolsillo cuando miró por el retrovisor, pero no quiso seguir mirando. La temática de las notas había pasado de gentileza y admiración a tomar un cariz un poco más romántico y realmente precioso.
Aquellas palabras derretirían a cualquiera, pero era verdad que, además de aquello, hacía falta una conexión especial entre dos personas para que surgiera el amor y con Julián, aunque le caía genial, no sentía que fuese posible.
Tras dos meses de notas que fue guardando en su casa con mucho cariño, pilló claramente a Julián dejando la nota entre los asientos. Entonces él la miró y, con un gesto sutil, señaló a Alberto a escondidas de éste.
El corazón de Paula latió más fuerte que nunca. Alberto le había llamado la atención desde el principio, pero jamás creyó que él se fijaría en ella con un interés romántico. Llevaba un tiempo tan segura de que las notas eran de Julián que no se planteaba lo contrario y, sabiendo que todas aquellas frases hermosas eran dedicatorias de ese chico tan amable que le traía siempre el café como le gustaba por las mañanas (ya sé que suena obvio, pero a veces lo tenemos delante y no nos damos cuenta) y al que se cruzaba de vez en cuando en la panadería los domingos…
Al bajarse del coche ese día le pidió a Julián que le ayudase con algo en el maletero. Allí, a escondidas, le confesó que ayudaba cada día a su amigo a dejarle aquellas notas y que estaba realmente enamorado.
Ese domingo Paula bajó a la panadería muy nerviosa y dispuesta a dar un giro a su vida. Alberto salía de la panadería algo triste, Paula llegaba tarde a si “cita” de los domingos. Entonces ella le escribió un mensaje “Sin el pan de cada domingo, los fines de semana se me harían interminables”. Vio desde lejos cómo él miraba su teléfono y sus labios se estiraban en la más dulce sonrisa. Él, nervioso, apoyó el pan en un banco y se puso a escribir como un loco. Ella corrió a su lado sin que él se percatase. Desde detrás le susurró “No me escribas más, estoy aquí”. Él se giró muy despacio sabiendo que ese momento podía ser el más hermoso de sus vidas y, cuando la tuvo de frente, la besó con tanta dulzura que ella sintió sus piernas flojear.
Y así fue como Alberto conquistó a Paula escondiendo notas de amor en su coche. Ahora es su casa la que parece una búsqueda del tesoro, llena de notas y pequeños detalles en cada esquina.
Escrito por Luna Purple, basado en una historia real.
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