Hace ya algunos días que quiero escribir estas líneas, desde la pasada semana he madurado este tema intentando comprender por qué somos tan sumamente duras entre nosotras ante cualquier mínimo detalle de nuestras vidas. Parece que estemos esperando ansiosas a que alguien tome una decisión que nos ofenda o nos disguste para saltar a su yugular pidiendo unas explicaciones que, por cierto, no merecemos.

Isabel Jiménez, periodista y presentadora de Informativos de Telecinco, acaba de ser mamá. Hace apenas nueve semanas que daba a luz a su hijo y por ello se mantuvo ausente de su puesto de trabajo. Todo dentro de lo habitual cuando acabas de tener un retoño, hasta aquí nada nuevo. Las aguas se revolucionaron cuando su compañero ante las cámaras, David Cantero, informaba a través de su Instagram del regreso inminente de Jiménez.

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Y fue entonces cuando las masas empezaron a echar cuentas para descubrir que la periodista se incorporaría al trabajo muchas semanas antes del fin de su baja por maternidad. Manos a la cabeza, ojos de sorpresa e indignaciones, muchas indignaciones. Tantas como que el propio Cantero terminó desactivando los comentarios de la publicación tras dar una pequeña (e innecesaria) explicación.

Una vez más nos encontramos ante esa fiebre actual por prejuzgar a través de las redes sociales sin valorar en absoluto la posición de cada uno. Simplemente tomando un dato que quizás no compartimos, nos envenenamos y señalamos criticando sin filtro ninguno. Y ya no solo eso, sino que pretendemos defender nuestro derecho a la libre expresión coartando los derechos de los demás. Todo muy justo, como podéis ver.

En pleno siglo XXI, y cuando creemos estar caminando hacia adelante en esto del feminismo, resulta que tener ese poder de decisión sobre cómo o cuándo disfrutar de la baja por maternidad no está bien visto. Amigas, que nos puede gustar más o menos la opción de Isabel Jiménez, pero lo fantástico de tener derechos es que nos pertenecen y hacemos uso de ellos como mejor nos convenga.

Es cuanto menos llamativo que cuando es el padre el que se incorpora a trabajar antes de tiempo nadie ponga en duda sus valores como papá, pero si somos nosotras parece que estemos castigando a nuestros hijos sin oxígeno vital. Somos mujeres, madres y también (en muchos casos) profesionales y como tal deberíamos poder elegir cómo organizarnos sin tener que leer sandeces de gente random que escucha campanas pero no sabe de dónde provienen.

Es que un bebé recién nacido necesita a su madre‘, y efectivamente no es ninguna mentira. Necesita a esa persona que le brinde todo el cariño y cuidados durante todo el día, ¿y por qué ha de ser algo exclusivo de la mujer? Tenemos tan implantado el chip de que solo nosotras tenemos el poder de criar a un churumbel que parece no cabernos en la cabeza que sean ellos los que se hagan cargo. Y lo más gracioso de todo es que personalmente conozco a muchas parejas en las que son los papás los que tienen más mano con el bebé, ¿y pasa algo malo por ello? No.

El estigma de esa mujer que da a luz para dejarlo todo por ser mamá tiene que terminar de una vez por todas. Ya no solo para dejar de escuchar groserías sin sentido, sino porque de no ser así no avanzaremos nunca. A la mujer se nos seguirá viendo como una persona destinada a reproducirse y cuidar del hogar y de los niños, cuando actualmente somos muchísimas las que elegimos el camino profesional e intentamos coordinarlo con nuestras familias de la mejor manera posible.

La igualdad no debería depender del momento, sino que debe ser general. Mi derecho a decidir, mi derecho a trabajar y, sobre todo, mi derecho a vivir mi maternidad como me venga en gana.

Mi Instagram: @albadelimon

Fotografía de portada