He leído en un artículo de Cosmopolitan (si quieres leerlo pincha aquí) que un estudio ha concluido que las mujeres españolas tienen un promedio de seis relaciones sexuales al mes.

Por un lado, me he dicho ‘madre mía, con la que está cayendo y la de recursos que se invierten en estudiar gilipolleces’. Y por otro ‘¿las españolas echan de media seis polvetes al mes? Joder, pues yo debo ser china’.

Que yo siempre he sido más de letras, pero seis encuentros sexuales al mes salen a más de uno por semana, y aunque hay meses que pueden tener cinco sábados… no sé. A mí no me salen las cuentas. ¿La gente le da al tema entre semana? ¡Qué locura!

Desde aquí mi más sincera enhorabuena a las que superáis la media.

A las que no llegáis, un abrazo, amores. No perdáis la ilusión que la vida da muchas vueltas, de todo se sale y seguro que vendrán tiempos mejores.

Ya inciden en ello en el artículo, no se debe tener en cuenta la situación pandémica, por eso de que con las restricciones y las medidas anti-covid, pues como que lo de chingar, si no vives en pareja, está complicado.

Pero, con eso y todo, a mí la media me llama la atención.

Debe ser como todo en esta vida, por cada mujer que a duras penas rasca un par de jincamientos, hay otra a la que le están dando lo suyo y lo de su prima.

Si es que encima han concluido también que, por tramos de edad, las millennials tienen menos orgasmos que la generación anterior.

Venga, no me jodas, al final va a ser cierto eso de que somos la primera generación que vive peor que sus padres.

Moriremos sin conocer la estabilidad laboral, nunca tendremos casa propia, no sabremos lo que es la jubilación y, para colmo, chingaremos menos y peor. Qué mala suerte, coño.

Como explicación a este paso atrás en la evolución erótico-festiva, la publicación aporta un par de testimonios millennials.

El caso de una joven que, aunque tiene pareja, está en un momento de crecimiento profesional y el consiguiente estrés a causa de su trabajo, por lo que, tanto ella como su chico, terminan el día demasiado cansados como para darse al fornicio. Así que la chica, cuando le pica, se rasca a solas con uno de sus juguetes.

El segundo testimonio es el de otra joven con pareja no conviviente y con padres de riesgo. Es decir, cuidadito máximo que la salud de tus seres queridos es lo primero. Esta segunda mujer también admite sentir deseo sexual, pero no le da salida ni sola ni con juguetes porque en su casa eso de la masturbación era un tema prohibido.

Como conclusión, me voy a dar con un canto en los dientes con la frecuencia de mis relaciones sexuales.

Y, como bonus, ahora entiendo el auge de los juguetes eróticos. Es lo único en lo que vamos por delante con respecto a la generación de nuestras madres.

A pesar de que aún queda mucho camino por recorrer y mucho tabú por derribar, cada día somos un poco más libres, atrevidas y conocedoras de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad.

Gocemos pues de ello solas, acompañadas o con la ayuda de un succionador.

Lo importante es disfrutar y ser feliz.

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