Hace poco en mi timeline de Facebook vi que un amigo dio un like al típico comentario en el que se pide a las mujeres que si van a publicar fotos mostrando su cuerpo, por favor no lo hagan acompañando la imagen con frases de auto superación o textos de algún poeta o escritor, tratando así de demostrar que son cultas. Porque claro, si te sientes libre y segura de ti, automáticamente eres poco inteligente.

 

El post empezaba con la frase “que cantidad de putipoetas que abundan en las redes”, terminaba con el hashtag #putasipoetano y había sido escrita por una mujer. No os podéis imaginar como en dos segundos la ira se apoderó de mí, seguida inmediatamente de esta pregunta en mí cabeza, ¿por qué me siento así si hace pocos años yo habría podido ser perfectamente la autora de ese post, que además habría escrito sintiéndome con toda la autoridad moral para hacerlo?

Pues sí, una publicación que antes habría contado con toda mi aprobación, hoy me ha hecho darme cuenta lo mucho que he avanzado en mi proceso de deconstrucción gracias al feminismo, el body positive y la sororidad.

El sentimiento tan desagradable que me produjo leer ese comentario me ayudó a cuestionarme a mí misma y sobre todo a sentirme más orgullosa de la persona en la que me estoy convirtiendo; pude darme cuenta de cómo podemos cambiar el chip radicalmente trabajando la empatía y cuestionando nuestras creencias aprendidas, porque es verdad que la sociedad y la cultura nos han moldeado, pero también lo es que a partir de cierto momento en la vida y más con el mundo en el que vivimos, convertirse en una mejor persona es una decisión urgente.

Recordé todas las veces en que era yo la que criticaba a otras mujeres por cómo se vestían o las fotos que publicaban y me pregunté, ¿qué es realmente lo que estamos manifestando al expresar nuestra indignación por algo que no nos importa y además no nos afecta?, ¿por qué creemos que, a partir de nuestras suposiciones y hasta complejos, tenemos certezas sobre la razón por la que otras mujeres suben (o no) fotos como les da la gana?, ¿estaremos desesperadamente tratando de ponernos por encima de ellas porque lo que realmente nos afecta es que tengan la seguridad y la actitud de ponerse y publicar lo que quieren? 

 

A la autora del desafortunado comentario de las putipoetas le tengo varias preguntas, si le “duelen los ojos “(palabras literales) ver ese tipo de contenido, ¿por qué sigue o stalkea a alguien a quien califica como puta y tonta?  y peor aún, ¿por qué se toma el trabajo de escribir un post random en su propio muro (porque claro, no se lo está diciendo a la cara) criticando las fotos y textos de alguien frente a quien se siente más culta, digna y mejor mujer?

Además de las preguntas, que confieso también me auto formulé en un intento por entender por qué las mujeres nos atacamos de la forma en que lo hacemos, debo decir que esta publicación tan frívola y patética me ha hecho analizar hasta donde no estar de acuerdo con algo o alguien nos permite ofender y convertirnos en seres tan arrogantes, ¿realmente se trata de no compartir intereses o acudimos al insulto con la intención clara de hacer daño?

Porque expresar una opinión es válido, pero se necesita el suficiente autocontrol para poder manifestarnos de una manera asertiva. Por ejemplo, desde que tengo redes sociales nunca he tenido ningún interés por seguir a las Kardashian porque no me representan, pero ya no siento la necesidad de aclarar que es porque son “lobas, corrientes o chonis”. 

 

Si no nos sentimos cómodas con lo que publican las demás y si es tan fácil dejar de seguir a alguien, deberíamos preguntarnos si nuestros impulsos por señalar a otra chica responden a la necesidad de perpetuar ideales sociales que nos devalúan como mujeres. Es hora de unirnos y acabar de una vez por todas con el sistema de prejuicios que van en contra de la feminidad.

 

Camila Antolinez