Le dije a todos que no me quiero casar nunca, y así han respondido.

 

Cuando llevas con tu pareja un tiempo y todo va bien, se acercan los 30 y saben que queréis tener hijos, porque eso sí que lo hemos comentado, todo el mundo asume que hay boda de por medio. TODOS. Pequeña o grande, se asume que habrá convite, un vestido blanco y demás parafernalia. Y ahí es cuando llegué yo y dije que no quería eso, que no lo esperasen y mucho menos que generasen expectativas del evento. Ya somos pareja de hecho, ya hicimos una comida familiar en su día para celebrarlo, nos dieron regalos (que no pedimos por supuesto, a ver si terminamos ya lo de “invitar” a gente a tu boda y poner la cuenta bancaria en la invitación. No me estáis invitando a nada si tengo que pagar mis cubiertos, y si no os podéis permitir la boda si no os dan regalo, os traigo una solución innovadora: no os caséis) y disfrutamos con los nuestros. Con eso yo tengo más que de sobra, no necesito nada más, ni baile nupcial, ni gastarme 40000 euros que, por cierto, no tengo, en un día de fiesta, ni llorar con un video lacrimógeno que haga el primo de turno sobre nuestra relación, ni nada. ¿Sabéis lo que sí que necesito? El viaje de después, mi plan es coger parte de esos 40000 euros y gastármelo en el viaje de novios directamente, ¿eso se puede hacer? 

 

Por supuesto, cuando me di cuenta de que no quería casarme, de que era una idea que me habían metido en la cabeza la cultura, mi familia, el patriarcado, Disney y todo libro cuya prota fuera mujer y acaba siendo feliz solo si se casaba, se me quitó un peso de encima. De repente, me dieron igual las bodas, me olvidé de la mía futura, me vi feliz con la idea de que nunca existiese. Inmediatamente después le dije a mi novio que no quería casarme, que no se le ocurriera pedírmelo (por si acaso se le pasaba por la cabeza) y chimpún, tan a gusto todo. Y él tan feliz, porque la verdad es que el sarao de la boda era algo que creo que a ninguno nos apetecía.

Pero,  ¿qué opina todo el mundo?

Pues mira Pili, casi toda la gente de mi entorno que está en pareja se quiere casar. Entiendo los beneficios legales que trae (porque todo el rollo romántico sinceramente me la trae un poco al pairo), pero chica, tampoco tenéis que montar bodorrio. Claro, como es una cosa que pasa una vez en la vida (a la mayoría) pues quieren montar ahí un buen sarao, con fiesta, comparsa, regalos para los invitados y desmadre completo. Y, repito, todo eso en gran parte financiado por invitados y familiares cercanos de los novios, que se dejan una pasta. A mi suegra le hace mucha ilusión que nos casemos, pero sinceramente me da igual. No sé si soy muy tajante con este tema, pero que te haga ilusión cosas que proyectas en los demás que ni siquiera te han dicho que quieren es cosa tuya, no tengo yo por qué sentirme mal. De hecho, en una ocasión me lo comentó: “ayy, sería muy bonito que os casarais” Bueno, también es muy bonito ver auroras boreales y yo aquí sigo, señora. Si quiere cásese usted de nuevo.

A mis padres les da igual, porque me conocen de sobra y voy siempre bastante a mi bola. Además, tampoco creo que les importe mucho, seguro que es algo que disfrutarían, pero es que es solo un día. Un día. Y sí vale, las fotos horrendas mirando los dos a cámara que luego se imprimen en dos por dos para poner en el salón como recuerdo, eso es una boda: un día de fiesta, un papel donde dice que os amaréis hasta la muerte y recuerdos.

Luego está la segunda fase: amigos. Porque obviamente las bodas pueden ser un gran disgusto para los amigos a nivel económico, pero a nivel social muchos lo dan por sentado y lo esperan de ti. Yo ya he ido dejando caer que no va a ocurrir, y mi mejor amiga me respondió: “ayy, pues a mi me haría mucha ilusión ser tu dama de honor” ¿no hace falta que vuelva al ejemplo de las auroras boreales no? Ilusión te hará, pero es que a mí no, y soy la que se casaría entiendo que es importante.

Así que, os caséis o no, pensad un par de veces si lo hacéis porque de verdad os hace ilusión, porque os han metido el cuento Disney hasta el fondo del cerebro, o porque vais por automático por la vida siguiendo los pasos preestablecidos de lo que supuestamente hay que hacer.

 

Te falta perreo