‘Con amigas como tú, todo va a salir bien’.

Esto es lo que piensas cuando estás organizando una boda y le pides a tu mejor amiga que se encargue de la despedida de soltera.

Lo haces porque es la persona en la que más confías, la que mejor te conoces y a la que crees le va a hacer más ilusión que entres en una nueva fase de tu vida.

Realmente le comenté que me encantaría que se encargase de la despedida de soltera porque me apetecía hacerla con mis mejores amigos, a quien ella conocía, y sabía que no era de planes nocturnos, sino diurnos. Solo deseaba un día diferente, de relax, risas y mis amigos de siempre contando anécdotas de mi época de pendón. 

Yo sabía que ella podría tener lío, porque era en la época en la que más trabajaba. Con confianza le dije que si no le venía bien, que me lo dijese, que no pasaba nada. 

NADA, eso fue lo supe. Estuvo muchos meses sin dirigirme la palabra. Le escribía y no me respondía, le mandaba audios y no decía ni mu. 

Llegó el gran día y mi sorpresa fue la siguiente: mi despedida de soltera la organizaron los amigos de mi pareja. Se dieron cuenta de que nadie había tomado la iniciativa y les sabía mal que me quedase sin fiesta. 

Estoy muy agradecida porque idearon un plan estupendo. Solo querían que me lo pasara bien y generamos miles de anécdotas que siempre las recordaré con gran cariño. 

Mi amiga me escribió al tiempo diciendo que le fue imposible. Por redes sociales vi que optó por otros planes en los que yo no estaba incluida, pero comprendo que no puedo ser el centro del universo solo porque me fuera a casar y empezara una nueva vida.

A día de hoy se nota que nuestra relación ha cambiado. Ella intenta hacer como si no nada, incluso gasta bromas al respecto, pero lo siento, a mí no me hizo nada de gracia que desapareciera para evitar decirme la verdad. 

 

Anónimo

 

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