Como todos, la meca del cine por excelencia, Hollywood, también tiene sus pequeños errores aunque, como es de entender viniendo de un sitio en el que todo es mucho más representativo porque llega a todas las esquinas del planeta, lo que serían sus pequeños errores se convierten, de repente, en salvajes hecatombes de las que todo el mundo quiere opinar.

Voy a hablaros de la prolífica Lena Dunham. Siendo ella tan polifacética y creyéndose lo mejor que ha pasado por este planeta (para mi gusto), genera opiniones dispares, desde los que la idolatran a los que la odian, pasando por los que, simplemente, la ignoran para no pertenecer a ninguno de los dos grupos. Yo soy de las que piensa que el mundo es un poquito peor desde que ella ha pisado el celuloide y, aun siendo seguidora de su serie Girls, creo que el mundo no se hubiese perdido nada si ella no se hubiese levantado un día creyéndose una mini Meryl Streep, con toques de libertadora de las mujeres, que cree oprimidas.

Ella, encantada de conocerse a sí misma, ha creado todo un personaje mediático que recorre todos los “saraos” hollywoodienses y se pasea por ellos como si todas le debiésemos la vida.

Su personaje en la serie que ella misma dirige, protagoniza y hasta escribe los guiones, es una broma pesada, una parodia de ella misma que desespera hasta la extenuación. Llena de giros inesperados, la vida de Hanna, su alter ego en la ficción, llega a causar cierto resquemor en quienes estamos al otro lado de la pantalla. Todo gira en torno a ella, nada ocurre en la serie sin que su personaje esté presente y monopoliza a todos los demás personajes, dejándolos en un tercer, y hasta cuarto, plano. Cuando crees que ya nada puede sorprenderte en el capítulo, después de verla desnuda mil veces (sin sentido alguno ni aporte a la historia), ella y sus guiones hacen que te replantees hasta que punto es creíble todo lo que le pasa. Una de sus ocurrencias por excelencia fue, en los episodios 2×08 y 2×09, revelar que su personaje tiene TOC, así de buenas a primeras y sin que nadie sospechase nada hasta entonces, de repente le aparece un trastorno obsesivo-compulsivo que le hace, por ejemplo, meterse un bastoncillo en los oídos hasta tal punto que se le queda dentro.

Después de esto, te quedas sopesando si Lena se ha vuelto loca de verdad o si sigue queriendo dar que hablar para crecer mediáticamente. Así se desarrollan situaciones durante esos dos capítulos que hacen que te replantees porque estás viendo esa serie.

El novio de Hanna, el cual está tan sorprendido como nosotros por su reciente trastorno, tiene que enfrentarse a unas situaciones realmente irrisorias y surrealistas que le cansan hasta a él, y no me extraña.

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Pero es que ahí no queda la cosa, sino que la propia Lena, en unas declaraciones, dijo que con 8 años había empezado a sufrir TOC, con lo que yo me indigno todavía más. ¿Qué por qué me indigno? Porque yo sí sufro TOC amiga Dunham, y tu estelar actuación padeciendo dicho trastorno no hace más que aumentar el desconcierto de la gente frente a esta enfermedad ya de por sí bastante desconcertante. Si de verdad la has padecido solo puedo pensar en dos opciones, o se te han olvidado los síntomas o simplemente es que eres una actriz pésima.

Para empezar, hay gente con TOC que se obsesiona con la limpieza, pero no se metería un bastoncillo en los oídos hasta que se le quedase dentro, la obsesión con la limpieza se lleva de otra manera, gira más en torno a la fobia a los gérmenes y no en causarte una infección en los oídos. Para seguir obvias lo más característico de esta enfermedad, las obsesiones, ya sean frases, números o lo que sea según como te levantes. Obvias el orden, tu casa de la serie es un auténtico caos, yo me pongo nerviosa solo con verla pero sin embargo te metes en la cama y te escondes bajo las sábanas porque eso es fácil de interpretar. Otra de las cosas llamativas de tu nuevo trastorno es el hecho de que tu novio no lo sepa, te explico, es imposible mantener una relación con alguien y que ese alguien no sepa que tienes TOC, porque siempre te sale ir por un lado de la acera, ponerte a contar o repetir frases hasta el agotamiento. Alguien con el que convives tiene que darse cuenta de esas cosas, a no ser que no te haga ni caso, pero como tu novio de la ficción vive para ti y todo gira en torno a ti, es inverosímil que no lo sepa. Eso sin entrar en que una relación con alguien que tiene TOC suele ser de lo más caótico que existe y, la mayoría de las veces nunca funciona porque la gente con TOC somos “bichos raros” para la demás gente.

Es realmente cabreante no poder decirte a la cara que estás ridiculizando una enfermedad que padece mucha gente, y tú la utilizas como si de un juego se tratase. Puedo pasar que seas una actriz pésima, que no sepas dirigir y que escribas unos guiones de niño pequeño, pero lo que no se debería consentir es que nos ridiculices de esa manera, estigmatizando más, si cabe, una enfermedad ya de por sí bastante desconocida.

Amiga Dunham, la próxima vez que tengas una ocurrencia de ese tipo, háztelo mirar, pero no nos muestres tu falta de calidad como actriz porque esa ya nos la conocemos y nos estamos empezando a acostumbrar. No mines la moral de la gente que, como yo, padecemos esa enfermedad y sabemos lo que es convivir con ella día tras día.

Desde tu posición podrías hacer cosas muy buenas para que nuestra enfermedad se entienda un poco mejor pero solo te quedas en la superficie y en la risa fácil, eso nos demuestra a todos lo que eres en realidad, no intentes maquillarlo.

Autor: Carmen Fernández