Sí, este año sí que me pondré morena. ¿Cuántas veces nos hemos dicho esto cuando vemos que el verano está cerca? Las bodas, las fiestas, las ferias… cualquier evento nos parece la excusa perfecta para conseguir el bronceado de nuestros sueños, ese que casi nunca logramos alcanzar. Es un propósito que trae de cabeza a muchas personas, y que resulta el doble de complicado para aquellos que vivimos en pueblos de montaña y ni siquiera tenemos piscina.

Pero, no importa. Es un propósito y los propósitos están para cumplirse, no hay otra alternativa. Tenemos poco tiempo para conseguirlo, apenas unos meses. Sabemos la importancia de proteger nuestra piel con una crema solar con factor alto, porque la salud es lo primero. Trazamos un plan perfecto para hacernos con nuestro objetivo para esa cita importante, y la marca que nos va dejando el traje de baño es una prueba de nuestra ansiada victoria.

Buscamos el método apropiado, ese que se adapte a nuestras circunstancias. Aquellos que tenéis playa o piscina cerca, sois grandes afortunados. Os será mucho más fácil. Para los que no tenemos nada de eso, la imaginación debe volar hasta puntos insólitos. ¿Qué podemos hacer? Usar el patio de casa, el balcón, salir a caminar al aire libre o, mi favorito, gorronear en la piscina de algún amigo. El verano y las piscinas son una prueba de fuego para la amistad.

Estamos encantados, nuestro objetivo ha sido alcanzado o nos hemos quedado muy cerca. No ha sido fácil, hemos tenido mucho cuidado, pero al final, lo hemos conseguido. Este año sí hemos cumplido nuestro propósito, tenemos un bronceado que fácilmente podríamos haber adquirido de unas vacaciones en una playa de Cancún. Nos vemos radiantes frente al espejo, estamos orgullosos de  nuestra fuerza de voluntad y de haber protegido nuestra piel.

Llega septiembre, y volvemos a la rutina. Nuestro bronceado pierde fuerza, y la marca de nuestro traje de baño es cada vez menos pronunciada. Ha sido efímero, nos vamos despidiendo de él poco a poco. Es desagradecido y se marcha más pronto de lo que creemos, y solo nos queda decirle adiós. Adiós a ese propósito de verano. Pero, tampoco pasa nada, estamos increíbles así, como somos. Morenos, blancos, naturales. Siendo nosotros mismos.