Parece que esto se venía rumiando en Francia desde el año 2015 pero fue el pasado 1 de octubre cuando entró en vigor la ley que obliga a que las publicaciones añadieran el mensaje «Fotografía retocada» a las fotos photoshopeadas. Esto parece que también ocurre en otros países como Argentina o Israel. Habrá sanciones económicas para las revistas que no cumplan con este requisito, una multa de hasta 37.500 euros o el 30% del presupuesto de la campaña publicitaria. Ahí es nada… Es un poco triste pensar en que hacen falta multas para conseguir cambiar el mundo de la moda, pero si resulta efectivo pues chachi.
Ya en mayo se aprobó en Francia una ley que obliga a las modelos a conseguir un certificado de salud para poder ejercer su trabajo. Todo para evitar reproducir una imagen femenina distorsionada que puede llegar afectar muy negativamente en la autoestima de las mujeres y para frenar los abusos que las propias marcas hacen cuando exigen a sus modelos que bajen aún más de peso.
A este tipo de iniciativas se ha sumado también el banco de imágenes yanqui Getty Images, que se niegan a tener entre sus archivos fotografías en las que se vean figuras femeninas que hayan sido retocadas digitalmente para parecer más delgadas o todo lo contrario. Parece que la naturalidad ante todo ¿no? Pues bueno, a medias. Porque la empresa de Seattle todavía admite otros retoques que considera menos nocivos como pueden ser el color del pelo o el tamaño de la nariz.
El tema de retocar imágenes, con Photoshop y otros programas de edición digital, viene siendo habitual en los últimos años y consideramos que hay que ponerle algún tipo de freno porque al final construyen la feminidad que les sale del mondonguillo y sin miramientos, todo por vender. Son muchas las celebrities (por ejemplo Lena Dunham, pero hay muchas más) que se vienen quejando de esta circunstancia porque hacen reportajes y luego se encuentran con otra persona en portada. Otra persona que se parece mucho a ellas pero que mira, no.
Y que queréis que os digamos, todas estas decisiones, ya sean de tipo legal o empresarial, nos parecen muy necesarias para romper con ese ideal de belleza aspiracional que viene encorsetando a las mujeres desde hace décadas. El mundo de la moda y de la publicidad deben de hacerse responsables de las imágenes que venden y no solo en este sentido. La hipersexualización, objetualización y la falta de diversidad, construyen un imaginario muy concreto que influye directamente en el concepto de belleza que manejan las y los jóvenes.
