Esta semana leí en Cuore, que es una revista que… bueno es una revista, dejémoslo así. Donde ponía refiriéndose a Paula Echevarría la frase: «Nos da pelusilla que tenga un tipazo impresionante, somos así». 

Y la verdad es que estoy muy cansada de leer ese tipo de frases en todos lados, que  nos dejan a todas las mujeres que no tenemos ese «tipazo» de envidiosas y acomplejadas.  Y no voy a decir aquí que no haya ninguna mujer en el mundo que no le tenga envidia, haberlas haylas. Pero también me gustaría dejar claro que existimos miles de mujeres que no se la tenemos. Ni a ella ni a ninguna mujer que sea delgada (digo delgada porque siempre se asocia tipazo a mujer delgada).

¿Por qué debería yo tener envida de su cuerpo? ¿Quién dice que es mejor o más bonito que el mío? ¿Y por qué tenemos que entrar en una competencia de cual es mejor? ¿No podrían ser todos igual de válidos y listo?

Me da mucha pereza el argumento de que las mujeres somos envidiosas entre nosotras, y que nos despellejamos a la mínima, porque no siempre es así. Eso es lo que interesa que hagamos, lo que vende, lo que nos hace que nos creamos que somos enemigas y no hermanas.

Yo cuando tenía 15 años quería ser flaca, porque creía que era lo que estaba bien, y lo que molaba. Pero ahora simplemente quiero ser yo.  Y no deseo ser delgada, ni más alta, ni rubia. Simplemente deseo ser yo misma y me gusto como soy. No soy perfecta, nadie lo es. Pero también acepto mis defectos porque son míos y me hacen ser diferente a todos los demás humanos. Única. Porque eso somos todas, únicas y exclusivas. Si fuéramos un bolso queridas, valdríamos miles de euros.

Por lo tanto no le tengo envidia a las delgadas, no veo el motivo por el cual debo tenerla. Porque no las considero mejores que yo, ni peores tampoco. Simplemente somos diferentes, pero igual de válidas.

Cada uno tenemos nuestros gustos sobre qué es un cuerpo ideal. Para mí un cuerpo ideal es el de Ashley Graham. Y el de Paula Echevarría no me parece un tipazo. Me parece un cuerpo como otro cualquiera y punto. Pero esos son mis gustos, y por eso no voy a criticar ni un ápice del cuerpo de Paula porque me parece exactamente igual de válido el suyo como el de otra mujer que pese 120 kilos.  Aunque si yo fuera «la sociedad» e impusiera mi criterio, entonces los únicos cuerpos válidos serían los iguales a los de Ashley, y todos los demás , más delgados y más gordos serían cuerpos feos y le tendrían envida a ella porque yo lo digo. ¿A que no tiene sentido? Pues que los únicos cuerpos bonitos sean los delgados tampoco lo tiene. Es simplemente una cuestión de gustos, y por eso no hay que intentar ridiculizar ni estigmatizar a los demás cuerpos.

Y  si la sociedad dijera de repente que los cánones cambian y que ahora lo perfecto son los cuerpos gordos, ¿los delgados dejarían de molar? Por lo tanto son simplemente una moda, no es que sean más bonitos que los otros ni más feos, simplemente se llevan.

Ser delgado no es un mérito, igual que no lo es ser gordo. No es ni tan solo una elección. Es algo que te toca por constitución o circunstancias de la vida. Como ser rubio, moreno, alto o bajo. Porque no nos engañemos con el rollo de que todos los delgados lo son porque se cuidan la alimentación y van al gimnasio  y todos los gordos lo son porque no se cuidan la alimentación y son vagos. Eso es mentira.

Si nos paramos un minuto a analizar toda la gente que nos rodea y somos realmente sinceros, veremos que generalmente comemos igual.  Todas mis amigas son delgadas y yo no, y comemos prácticamente lo mismo y hacemos prácticamente el mismo deporte, por lo tanto cuál es su mérito ¿tener un metabolismo diferente? y ¿por eso molan más que yo? No estoy de acuerdo en absoluto.

Que sí, que hay gente que vive en el gimnasio y a dieta y  está muy delgada y también hay gente que no se mueve del sofá y come sin parar y está gorda, pero ¿Esos son la mayoría o la minoría? No hace falta que responda, sabes la respuesta.

En resumen, no le tengo envidia a las mujeres delgadas, ni ellas a mi, porque todas las mujeres no  somos una envidiosas amargadas y acomplejadas, que nos creemos que cualquiera que pase nos va a hacer la competencia.  Y el motivo es tan simple como, si tú estás a gusto contigo misma y te aceptas y te quieres, no tienes envidia a nadie del planeta, ni te frustra, ni te molesta que alguien totalmente diferente a ti físicamente esté igual de orgullosa que tú de su cuerpo.

Por lo tanto quiero dejar claro aquí y ahora que no a todas las mujeres nos da «pelusilla» el cuerpazo de las otras. Sinceramente lo que nos da es igual como lo tengan. Porque no necesitamos compararnos, ni parecernos, ni imitar a nadie, ya que somos lo suficientemente molonas para decir que el nuestro también es un cuerpazo.