Conocí a Kike en una fiesta de la universidad a la que fui con mi mejor amiga. Para mí fue amor a primera vista. Era guapísimo, con carisma, estaba estudiando una carrera también y besaba como los ángeles. Pasamos una noche fantástica, apartados del resto, porque Kike quiso que tuviésemos más intimidad, algo que a mí me gustó mucho.

Al día siguiente me levanté en las nubes. Kike me había pedido el teléfono y estuvimos hablando durante horas.

Estuvimos en contacto un par de semanas, y entre tanto quedamos un par de veces o así. Íbamos cogidos de la mano por la calle, algo que para no ser “nada” me pareció increíble. Kike me trataba de una forma excelente y me miraba de una manera que hacía que algo se me derritiese por dentro. Me “enamoré” de él hasta la médula. Y lo pongo entre comillas porque sabía que era muy poco tiempo para sentir amor, pero sí que sentía algo muy fuerte por él. Se me metió en el cora de una forma muy fuerte y muy rápida.

El caso es que aquello no duró demasiado, puesto que Kike, tras esas dos semanas en las que estuvimos quedando, se iba de erasmus 6 meses.

A mí me dio una punzadita en el corazón, no voy a mentir, pero bueno, quedamos en que seguiríamos libres pero en contacto y, que cuando él volviese, veríamos qué pasaría.

Yo me quedé hecha polvo. Ya no quería salir igual, ni me interesaban otros tíos ni nada. Yo sabía que no era lo más racional del mundo, pero era lo que sentía.

Mi amiga y su por entonces novio, con la intención de animarme, me presentaron a Marco, un amigo de él. Marco era súper atractivo. Moreno, de pelo negro, y unos ojos color miel de infarto. Yo no me sentía con ganas de conocer a nadie, pero mi amiga y su ex, aunque con buena intención, me presionaron un montón para conocer a Marco. Pronto hicimos buenas migas, y descubrimos que teníamos muchísimo en común. Y cuando digo muchísimo es muchísimo.

Nos gustaban las mismas cosas, teníamos la misma manera de pensar, y casi de ser. Siempre diré que Marco era mi alma gemela. Aunque a mí me gustaba bastante, no me sentía como para empezar una relación; sin embargo, la presión y las encerronas por parte de mi amiga y de su ex, me vieron forzada a avanzar con la relación.

Antes de nada, quise hacer saber a Marco mi situación sentimental y lo que podría pasar dentro de unos meses. Él igualmente aceptó.

Pasaron los meses y tuvimos una relación muy buena, muy guay. Pero, un día, hablando con unas amigas, me di cuenta de que no sentía lo que debía sentir por él. Para colmo, Kike venía en breves y me lo había hecho saber…y sabía que si me decía de quedar, nada me lo iba a impedir. Así que me di cuenta de que no podía seguir con esa relación, por muy bien que fuese y mucho que me gustase Marco.

En ese momento, tal cual, decidí ir hasta su casa y dejarle en persona. Si lo hacía más tarde, estaba segura de que me arrepentiría y no podía permitírmelo. Si quedaba con Kike no quería ponerle los cuernos.

Lloré a mares y el pobre Marco no podía creer lo que estaba pasando, así, de repente. Él no lo sabía, pero estaba haciendo lo mejor para él, aunque me/nos doliese muchísimo.

Lo dejé y durante varias semanas seguí manteniendo el contacto con él, preocupada por su estado emocional. Él me insistía en volver y, resumiendo mucho, llegó a insinuarme que podría aguantar una infidelidad. Aquello me dolió en el alma y me enterneció demasiado. Pero seguí en mis trece por él, aunque él a día de hoy no lo crea y me siga odiando (cosa que sé).

Unas semanas después, Kike regresó. Me dijo de vernos, pero no me dijo de quedar formalmente; solo me preguntó si iba a salir ese día, y él me dijo que también lo haría y que hablaríamos después para vernos.

Efectivamente, a eso de las una de la madrugada me habló y fui hacia donde estaba él.

Tras unas horas de cachondeo, tonteo y demás, me llevó a un sitio apartado para liarnos. Aquel beso no sabía igual. No nos coordinamos muy bien, me imagino que era porque me había acostumbrado a la forma de besar de Marco y aquello, no sé, me pillaría de forma rara.

Aun así bueno, para mí no fue algo muy malo, simplemente una descoordinación del momento. Sin embargo, para Kike pareció ser el acabose o no sé, porque después de esa noche no volví a saber más de él.

Le hablé pasados unos días, y me contestó muy bien, pero sin más.

Tardé varios meses en superar que no me hiciera ni puto caso, pero en ningún momento le dije a Marco de volver: no era justo para él. Aunque quise, sí que quise.

Y así fue como, al final, me quedé sin ninguno de los dos.

 

Anónimo