Mis relaciones desde siempre han sido bastante sexuales. Había días en los que lo hacíamos tres veces al día y creedme, era increíble. Ninguno de los dos teníamos limitaciones ni escrúpulos a la hora de meternos en la cama y cada encuentro parecía un concierto de la orquesta sinfónica de Madrid, no sé si me entendéis.

Sin embargo, cuando salíamos de ese pequeño oasis de placer entre sábanas de franela la cosa se volvía más bien fría y dejábamos de entendernos. Con el tiempo esa relación- pese a que lo intenté con todas mis fuerzas- dejó de funcionar y cada uno tomó un camino diferente.

Tiempo después empecé con el que por ahora es la persona con la que quiero compartir mi vida y la que más feliz me hace y aunque vemos la vida de forma muy parecida, él no necesita el sexo tanto como yo.

Mi primera reacción fue enfadarme. Suelo ser una persona bastante intensa y eso me dolió. ¿No le gusto? ¿No soy lo suficientemente buena en la cama?

Está claro que contra todos los estereotipos, a mí me apetece más sexo que a él. Para él una vez a la semana es suficiente y yo no me conformo menos de una vez al día.

Ahora que he asumido que mi relación no se basa en el sexo, que mi pareja me puede seguir encontrando atractiva a pesar de no querer tener relaciones con tanta frecuencia y que somos dos personas distintas con necesidades distintas he empezado a valorar otras cosas que quizás antes no tenía en cuenta.

  • El placer de ver una película abrazados
  • Hemos mejorado nuestra comunicación, expresamos mejor lo que sentimos y nos obligamos a no solucionar todos los problemas a base de sexo. Promovemos la escucha activa.
  • Cuando tenemos relaciones estoy al 100% segura que no es por rutina o aburrimiento.
  • Tengo la seguridad de que estamos construyendo una base sólida

Es quizás el último punto dónde más confiada me siento. Sé que estamos construyendo una relación fuerte más allá del sexo. Habrá épocas en las que nos apetezca hacerlo más y épocas en las que nos apetezca (a uno o a los dos) hacerlo menos, pero siempre sabré que estamos juntos por muchas más razones que la del deseo sexual y nuestra complicidad no dependerá de si esta desaparece un día o no.

¿Que podría sentirme frustrada? Sí. ¿Que me quedo con que mi pareja encuentra algo más allá del sexo en mi? Doble sí.

Además, cuando lo hacemos, multiplicamos las ganas.