La Isla de las tentaciones, el reality que no se esperaba  las audiencias que está teniendo, es un programa basura de los que nos gustan a muchos. Nos reímos con los concursantes, sentimos vergüenza ajena, podemos señalar y criticar todo lo que hacen y pasar un buen rato sin pensar en nada. Porque al menos  pensamos que está todo pactado y que es como un culebrón por capítulos.

Por si alguien en este país no lo ha visto (tampoco se ha perdido nada, la verdad) se trata de llevar a cinco parejas a una Isla donde los separan (a los chicos en una villa y a las chicas en otra) y les ponen chicas y chicos solteros para que los tienten y sean infieles.

Aquí ellas criticando a las tentadoras porque no están a su altura sin creérselo ni ellas mismas.

Pero este post no va de eso. Va de algo que creo que nos puede enseñar muy claramente este programa. Aunque antes de que la gente se vuelva loca quiero aclarar que hablo de participantes y tentadores de la Isla. No generalizo.

Tanto los participantes como los tentadores son «guapos» y tienen lo que la mayoría entiende como «cuerpos perfectos». Lo pongo entre comillas porque lo son para la sociedad, cumplen el modelo estándar de cómo se debe de ser. Ellos con tableta, tatuados, de gym, depilados y con el pelo impecable aunque haga una humedad del carajo. Y ellas delgadas, con los pechos operados y cuerpos trabajados de gimnasio también.

A mi por ejemplo no me parecen nada atractivos ni ellos ni ellas. De hecho la única persona que me lo parece en ese programa es la presentadora Mónica Naranjo. Solo podría tentarme ella si yo participara y soy heterosexual. No diré más. Pero para gustos los colores.

El prograna empieza con las parejas diciendo que están seguros de que sus respectiv@s no les van a ser infieles porque nadie  les va a superar en belleza.

En la primera hora, en cuanto ellos ven a los chicos y ellas ven a las chicas empieza a desmontarse la teoría. Ellas empiezan a criticar los físicos de las tentadoras (que son exactamente igual que los suyos) y a decir que ninguna está a su altura. Y ellos hacen exactamente lo mismo, cuando cuesta diferenciarlos porque parecen clones.

Gonzalo, uno de los concursantes más… (me lo voy a guardar) se enfada porque su novia ha tenido en un primer momento más pretendientes que él y no quiere quedar como el feo de España (palabras textuales). Le da igual quedar como el tonto, o el inseguro, o el machista. A él lo que le traumatiza es quedar como el más feo.

Tranquilo Gonzalo, has quedado como el peor en todo. Ya has ganado en algo.

Y ¿cuál es el motivo? La gran inseguridad de todos. La que intentan disimular alabándose constantemente a sí mismos pero que no se la cree nadie.

Son personas terriblemente inseguras, por lo que cuidan su cuerpo como si fuera un tesoro. Saben que tienen complicado conquistar a nadie si no es por su físico y escogen parejas igual que ellos.

Quedó muy claro como en días dos de ellas fueron infieles.

Si extrapolamos esto a la otra parte de la población nos encontramos con que es exactamente lo mismo. Las personas que odian su físico, las personas inseguras incapaces de ponerse un bañador o un bikini o que no se atreven a ir a una piscina porque su cuerpo no está dentro de los cánones establecidos. Esas personas viven con la misma inseguridad solo que por los motivos opuestos.

La diferencia es que se esfuerzan en que su interior sí sea interesante. Si no tienes lo uno por lo menos que puedas ofrecer algo al otro. Y entonces la mayoría (insisto, sigo generalizando) intentan ser simpáticos, inteligentes, agradables, empáticos… y un largo etcétera.

Y aún así, aunque alguien se fije en ellos siempre creen que los podrán cambiar por alguien con un cuerpo mejor. Porque el suyo está claro que no puede atraer físicamente a nadie.

Yo soy gorda y me creo guapa (tengo una enfermedad, lo sé) y no soy simpática, ni amable, ni muchas de las cosas que se dicen que tenemos que ser las gordas para ligar. Simplemente soy yo. Y mi cuerpo sí atrae a algunas personas, y mi personalidad también. Y a otras pues no. No soy una croqueta, no le puedo gustar a todo el mundo. Pero no tengo miedo de que me dejen porque encuentren alguien más guapa (es difícil, he de ser sincera). Porque soy única, igual que cada uno de los humanos. Y tengo un cuerpo y un interior que ofrecer.

Pero tanto si crees que solo tienes un físico o que solo tienes un interior, estás igual de jodido. Y eso es lo que creo que nos muestra la Isla. Los que tú crees que son «perfectos» se mueren de celos, lloran como niños o se ponen histéricos solamente porque alguien toque a su pareja.

No toques, ¿por qué tocas?

Cuando su cuerpo algún día se marchite ¿qué quedará? ¿Os lo  habéis planteado?

En cambio si tu cuerpo no normativo se marchita (porque queridos nos va a pasar a todos) quedarás tú. Tu esencia, tu rasgos exclusivos, tu personalidad, todo lo que tienes de especial y que te  diferencia de los demás y que es único.

Ellos llorando porque su novia baila bachata con otro ¡Estamos locos!

Así es que en mi humilde opinión deberíamos dejar de pensar que necesitamos tal y cual físico para ligar o para que nos quieran y que si no lo tenemos no merecemos el amor. Porque que te quieran solo por tu carcasa, debe de ser muy muy triste. Y eso precisamente es lo que nos está mostrando La Isla de las tentaciones.