Cuando Paz se propuso tener su primer hijo con su querido Didier seguramente no se hacía una idea de todo lo que se le venía encima. De hecho, esto es algo habitual cuando nos lanzamos a la maternidad, porque por mucho que nos lo cuenten o intentemos mantenernos informadas, cada familia es un mundo y sin lugar a dudas, en el universo de Paz muchas nos podemos ver reflejadas.

¿Pero quién es Paz? Me preguntaréis. Paz es mi nueva amiga, esa mujer de 39 años con la que he conectado después de devorar en cuestión de horas la increíble obra de Jessica Gómez, ‘Mamá en busca del polvo perdido’. El título ya apuntaba maneras, y desde aquí os adelanto que esta historia es la viva descripción de cómo nos sentimos muchas en lo que a nuestra maternidad y vida en pareja se refiere.

Y es que ‘Mamá en busca del polvo perdido’ no es un libro más sobre ese momento caótico en la existencia de muchas mujeres, esta novela es una manera inmejorable de encontrarse con una misma y de comprender que el momento perfecto es cada día. Porque cuando tu tiempo ya no depende solo de ti ¿cómo organizar con antelación el que esperamos que sea el polvo ideal?

Pero vayamos poco a poco… Porque si algo me ha enseñado la buena de Paz durante cada uno de los capítulos de su historia, es que la paciencia es la mejor de las ciencias. Una madre joven, con tres retoños de entre uno y diez años, y una pareja a la que adora pero que parece alejarse lentamente de esa relación que tenían antaño. ¡Vaya! Todo esto empieza a resultarme extrañamente familiar.

El caso es que Paz se ha dado cuenta de que su vida sexual comienza a estar abocada al fracaso (o a sufrir accidentes vasculares únicamente por echar un polvo). Y ella, sintiéndose todavía joven y lozana, no puede consentir que su realidad de pronto sea esta: montárselo con Didier de Pascuas en Ramos y, encima, hacerlo de cualquier manera. Así que Paz se propone un objetivo claro con respecto a su chumi y su sexualidad, tener una noche de pasión loca con su pareja sin interrupciones ni límites.

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Relatado en forma de diario, donde cada día es un nuevo capítulo, Jessica Gómez narra con muchísimo humor y empatía el paso a paso de Paz sin dejar a un lado ni un solo detalle. Se hace tan sencillo comprender a esta protagonista… Es completamente real entender sus frustraciones, sus miedos, su ira o todo el cariño que profesa a su familia. Escrito en primera persona, incluyendo cada uno de los pensamientos que circulan por la cabeza de Paz y que en muchas ocasiones consigue hacernos soltar más de una carcajada.

¿Acaso nunca nos hemos cagado en las muelas de esos que quieren meterse en nuestra maternidad? ¿No has tenido ganas de matar a tu jefe porque es un ser insoportable? ¿Amas a tu madre pero no comprendes cómo tiene esa capacidad para hurgar siempre en la herida? El viaje de Paz, como os digo, es un poco también el nuestro. Y quizás por ello leer esta historia de Jessica Gómez puede enseñarnos muchas cosas.

Claro que sí Paz, yo también le escupiría a Marisa (la directora de la escuelita del pequeño Teo) si tuviera la oportunidad. También quise matar a Amelio (el petardo de la oficina) en cada una de sus incursiones para tocar las narices. Y, por supuesto, pude sentir esa angustia de querer y no poder. De necesitar espacio y tiempo y no tenerlo por ofrecerlo siempre a los que más quieres. Al fin y al cabo, como os decía, Paz es un poquito de cada una de las madres de hoy en día. Mujeres que lo dan al máximo y que no piden nada a cambio, tan solo sentir felices a los suyos.

No puedo dejar de invitaros a que os adentréis en este increíble viaje. Seáis o no madres, la historia de Paz y Didier no os dejará en absoluto indiferentes. Gracias Jessica por una obra tan bien contada y por ayudarnos a desconectar a través de tus palabras.

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