Yo era una niña muy aplicada en el colegio. Quizá por culpa de mi ansiedad continua, por no fallar a los que me rodeaban, por mi propia autoexigencia… La cuestión es que de mi paso por primaria y secundaria siempre recordaré ese come-come por tener siempre todo a punto incluso antes de la fecha límite. Y cuando mi etapa como estudiante al fin terminó pude respirar, mínimamente, en una bocanada que me supo como ese respiro de aire fresco tras un sofocón.

Si bien la paz nos ha durado bien poco ya que antes de darnos cuenta nuestra pequeña Minchiña dejaba atrás sus años de educación infantil para entrar de lleno en un asunto mucho más serio: primaria. Jamás en mi vida me hubiese planteado primero de primaria como un reto a batir. ¿Qué recuerdos atesoramos nosotras de ese ciclo? En mi cabeza apenas persisten algunas imágenes de unas grandes mesas redondas, de juegos, de cartillas de lectura, de operaciones en cuadernillos rubio y de unas buenas carreras por el patio. Nada relacionado en absoluto con controles, agobios, angustias, fechas límite para deberes y ya no digamos exámenes. ¿Pues sabéis qué? Ilusiones, o mucho han cambiado las cosas o en nuestros tiempos vivíamos en un engaño.

primaria deberes

De mi primera reunión escolar como ‘mamá de una alumna de primaria’ retuve un buen batiburrillo de información que todavía a estas alturas no he sabido gestionar. Que si material escolar, etiquetas hasta en la sopa, libros que sí o que no llevar ya al colegio y normas, muchas normas ante todo relacionadas con la asistencia y la disciplina en el centro. Y una está completamente de acuerdo en que existan estas reglas aunque también es cierto que mi hija continúa en el mismo colegio del año pasado y el cambio ha sido descomunal ¿qué era educación infantil? ¿la jungla?

Cuando abandoné el colegio después de aquella primera toma de contacto fui quizás más consciente. Siempre me había tomado muy en serio la educación de mi hija pero de alguna manera mi yo interior no se había preparado para ser desde ya esa madre exigente con el rendimiento académico de Minchiña. Las tutoras lo habían dejado muy claro ‘este primer curso es esencial para la educación de nuestros hijos‘, me sentí un pelín decepcionada conmigo misma por no haberme dado cuenta antes. ¿Qué esperaba? ¿Despreocuparme hasta la secundaria?

Opté por tomármelo en serio y dedicarle a mi hija unas palabras de apoyo que a su vez sirviesen como aviso para lo que estaba por llegar. Un algo así como ‘mi vida, te quiero mucho, pero hay que prepararse porque se viene un cambio importante‘. Y resultó que no me equivocaba ya que tras apenas tres días de clase ella misma me explicaba lo mucho que echaba de menos su vieja aula, sus juguetes, su profe… ‘es que ahora la profesora es buena pero es todo el rato hacer trabajitos sin parar‘.

primaria clase

Aunque la fiesta de verdad llegó con el mes de octubre. Se acabó lo que se daba y la mochila de Minchiña empezó a carretar fichas de lectura, libros y deberes completamente inesperados. Mirar su agenda cada día es ya una obligación y sentarse con ella al menos una hora para revisar las tareas, una constante. Nos está costando ¿para qué lo vamos a negar? Explícale tú a un ser libre cuyo mayor hobby es correr por el parque que hay que volver antes a casa para hacer las fichas del colegio. Nunca en la vida hubiera pensado que establecer nuevas rutinas de responsabilidad podría ser tan complicado.

De pronto esa angustia existencial por llegar a todo volvió a mí, recordé a aquella niña que hacía deberes sin parar, cuidando con pulcritud cada ejercicio, cada hoja del archivador. Revisé una vez más la agenda de mi hija, todo hecho, somos libres, y cuando al fin apagué la luz del flexo una notificación en el grupo de Whatsapp de la clase golpeó mi tranquilidad.

‘¿Alguien entiende el ejercicio 3 del workbook de los niños?’

¡¿El workbook?! ¡¿Pero de qué hablan?! Los pasos de Minchiña se escucharon corriendo por el pasillo hasta frenar prácticamente contra la puerta de su habitación.

‘¡Mamá, que me olvidé el workbook!’

Y esa náusea abrumadora recorrió una vez más mi cuerpo. ¡Qué maravilloso es volver a primaria!

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Fotografía de portada