** Relato escrito por una colaboradora basada en una historia real.

Mataron a mi madre cuando yo era un bebé.

La atracaron a plena luz del día, ella se resistió y los atacantes pusieron fin a su vida por el dinero de su cartera y por los pañales de la bolsa del carrito en el que me llevaba. Porque hasta eso se llevaron. Mi madre se quedó tirada sobre un charco de su propia sangre mientras yo gorjeaba en el cochecito, ajena al drama que marcaría mi existencia. Y lo ignoré durante toda mi infancia, ya que mi padre decidió dulcificar la versión que me contó cuando empecé a preguntar por qué yo no tenía una mamá. Hasta los quince años crecí convencida de que mi madre había fallecido a causa de una repentina enfermedad, que se la había llevado en cuestión de días y sin apenas dolor.

Mataron a mi madre cuando yo era un bebé
Foto de Tatiana Syrikova en Pexels

A esa edad viajé de visita al país del que mi padre me había alejado por miedo a que otro episodio de esa injustificada violencia nos pudiera volver a ocurrir. No existe lugar en el mundo en el que se pueda estar a salvo de lo peor del ser humano, pero también es cierto que la tasa de delincuencia de mi país de origen es una de las más elevadas del planeta.

Mi padre se resistió todo lo que pudo, aunque al final me dejó ir a pasar una semana de las vacaciones de verano con mis abuelos. Yo había decidido que ya me tocaba ser yo la que se desplazara a verlos. Si bien no era solo por eso. También quería conocer la ciudad en la que había nacido, los sitios en los que había vivido mi madre.

 

Mi padre tenía pánico a que me hicieran daño. No pensó en que lo más trágico que me pasaría durante mi estancia allí sería que me contarían cómo murió mi madre.

Debo confesar que, aunque al principio me enfadé con él, no tardé en comprender sus motivos. Puede que incluso en algunos momentos me hubiera gustado no haberlo averiguado nunca. Sé que no, que en realidad debía saber qué ocurrió exactamente. Pero a veces me duele. De alguna manera era más sencillo asumir que me había tocado crecer sin mi madre porque una enfermedad me la arrebató antes de que pudiera siquiera generar recuerdos sobre ella. Aceptar que la perdí por culpa de un delincuente armado con un simple cuchillo, se me hace mucho más complicado.

Mataron a mi madre cuando yo era un bebé

Aquel verano lloré una pérdida que mi cerebro no había llegado a registrar como tal hasta entonces. Me pasé meses enfadada con un mundo en el que la gente muere por un par de billetes. Años, quizá. Puede que todavía siga enfadada. Puede que aún me queme por dentro y siga llorando por la madre que no pude conocer.

 

Liliana

 

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