Dicen que las desgracias nunca vienen solas y es verdad. Las rupturas siempre son difíciles, pero cuando encima te dejan con tu abuelo recién enterrado, el palo que te dan puede ser decisivo.

Llevábamos 3 años juntos, discutíamos de vez en cuando, como todas las parejas, pero estábamos bien. O eso pensaba yo porque sin duda él tenía pensado dejarme y lo hizo en el peor momento.

Mi abuelo para mí era una de las personas más importantes de mi vida. Llevaba varios meses luchando contra un cáncer y ya nos habían avisado los médicos de que no se podía hace nada por él. Estuvo una semana sedado antes de fallecer y durante esos días intenté hacerme a la idea de que me abuelo se iba a ir. Yo era consciente de que era una persona mayor, que ya había vivido su vida, que había compartido grandes momentos conmigo y que su partida era algo natural, pero aun así estaba devastada.

abrazo beso tenerlo todo

Durante ese tiempo mi pareja me apoyó muchísimo. Me preguntaba constantemente que cómo me encontraba, estaba muy pendiente de mí, intentaba hacer muchos planes conmigo para distraerme y hasta vino al hospital a ver a mi abuelo porque yo se lo pedí. Yo estaba pasando un mal momento, pero me sentía muy arropada por él. En muchas ocasiones pensé que, a pesar de las peleas, a pesar de los problema que habíamos tenido, me estaba demostrando que me quería de verdad.

Mi abuelo falleció una noche. Por la mañana mi chico se vino conmigo al tanatorio. Aunque llevábamos ya un tiempo, sólo conocía a mis padres, hermanas y algún primo, pero aquel día conoció al resto de la familia. Para mí era un paso muy importante que lo conocieran, y hacerlo en un contexto tan delicado como es el fallecimiento de un familiar puede resultar bastante emotivo. Yo habría preferido presentarlo en una boda, en una fiesta o algún evento más alegre, pero surgió así y yo estaba triste por la pérdida de mi abuelo, pero ilusionada con el gran paso que estábamos dando en nuestra relación. ¡Qué ilusa!

Foto de Pexels

Por la tarde lo enterramos y por la noche salimos a cenar, me llevó a mi restaurante italiano favorito, y me dejó. Lo único que me dijo fue que ya no estaba enamorado de mí y que llevaba mucho tiempo con intención de dejarme, pero que cómo mi abuelo estaba enfermo y sabía lo mal que yo lo estaba pasando, que no quería ser tan cabrón de dejarme estando yo mal. Así que esperó a que pasaran unas horas de la muerte de mi abuelo para dejarme. Muy lógico todo, no rompes conmigo porque una persona que es muy importante para mí está luchando contra una grave enfermedad, me acompañas al tanatorio y el cementerio, como un buen novio, pero me dejas un ratito después.

Al menos podría haber dejado que pasaran unos días de la muerte de mi abuelo, pero parece que no podía esperar, no aguantaba ni un minuto más a mi lado. O haberme llevado a otro sitio a cenar y no joderme el restaurante que más me gustaba. O si ya tenía pensado dejarme, que no se hubiera venido conmigo a pasar el día al tanatorio, que durante varios meses cada vez que me encontraba a un tío, primo o familiar, me preguntaban por mi novio, y yo contando que ya no estábamos juntos con el nudo en la garganta y destruida por dentro.

La pérdida de un ser querido puede ser emocionalmente abrumadora, y el hecho de que mi pareja decidiera dejar la relación horas después de esta pérdida mi hizo entrar en un hoyo del que me costó mucho salir.

Lo peor de todo fue que yo no acepté la ruptura; ya lo habíamos dejado otras veces y habíamos vuelto, y estaba convencida de que sería una de esas veces. Pasaban los meses y yo seguía pensando que él volvería. Yo estaba enfadada porque eligió el peor momento de mi vida para romper conmigo, pero estaba dispuesta a perdonarle pues sobre todas las cosas lo que quería era estar con él.

Ahora que han pasado unos años de aquel suceso me doy cuenta de lo enganchada que estaba a aquella persona, y que me hizo un favor dejándome, aunque no eligiera para hacerlo la mejor de la situaciones.

 

Anónimo