Me quedé embarazada cuando mi bebé tenía dos meses

 

Me pasé años de mi vida pensando que esa vez sí, que ese mes no me iba a bajar la regla porque por fin me había quedado embarazada. Al final de cada ciclo me sentía los pechos más duros, me encontraba más cansada… Podía llegar incluso a tener náuseas. Iba a orinar cada diez minutos, para comprobar que no manchaba. Gasté cientos de euros en test de embarazo y cajas de ácido fólico. Lloré mogollón. Perdí la esperanza y la volví a recuperar un montón de veces. Probamos todo tipo de técnicas y tratamientos; algunos naturales y otros no tanto. Probamos con coitos dirigidos, que suena fatal, pero consisten solo en tener relaciones después de que una ecografía confirme que estás a punto de ovular. Nada de eso funcionó, así que recurrimos a la fecundación in vitro.

Recuerdo que mi gente me decía que a ver si había suerte y tenía mellizos, así ya tenía dos de una sola vez y no era necesario volver a sufrir para intentar repetir. Y yo me decía ‘a ver, mejor dos que ninguno, pero mejor si vienen de uno en uno’. De hecho, me daba un poco de miedo imaginarme con dos bebés a la vez. No obstante, tenía más ganas de ser madre que miedo a serlo por partida doble, por lo que esa posibilidad no nos echó para atrás.

Me quedé embarazada a la tercera intentona, es decir, tampoco fue un proceso fácil. Pero en cuanto tuvimos el positivo y fueron pasando las semanas y ese bebé crecía dentro de mí, sentimos que todo lo sufrido había valido la pena. Por suerte tuve un embarazo muy bueno, todo salió a la perfección y mi niño nació sanito y sin complicaciones. ¡No podía estar más feliz!

 

Me quedé embarazada cuando mi bebé tenía dos meses

 

Me recuperé bastante rápido, estaba encantada con mi niño y traté de volver a hacer todo lo que no podía hacer estando embarazada en cuanto fuera posible. Véase comer jamón y comerme a mi chico, que lo tenía a pan y agua desde el principio porque no quería hacer nada que pudiera suponer un riesgo. Por mucho que me dijeran que podía tener relaciones, a mí me daba cosa y pasé de ello hasta que mi gine me dio su autorización para volver a usar mi vagina con fines lúdicos. Vamos, que una maravilla todo.

Lo único que notaba era que mi barriga se resistía a volver a su tamaño. Y que, aun después de muchas semanas tras el parto, yo todavía sentía de cuando en cuando esas burbujitas que se perciben cuando empiezas a notar los primeros movimientos fetales. Esas que no sabes si es el peque moviéndose o qué puede ser.

Gases, me dijo mi madre cuando se lo comenté. Al principio eran los entuertos y esas cosas, pero después eran pedos atascados. Así de tajante se mostró, y yo no dudé de su sabiduría. Sin embargo, como seis meses después de dar a luz yo seguía con molestias en la tripa, fui al médico. Le conté eso y todo lo demás, lo del cansancio extremo, el malestar estomacal, etc. Cosas que mi madre me había dicho que eran normales en una mamá reciente y, sobre todo, primeriza. Máxime en una que era un poco quejica, me decía también.

Ya en la consulta, mi gine me preguntó cuándo fue mi última regla y yo, sin rayarme porque estaba lactando y era normal, le respondí que la que tuviera anotada en mi historial de cuando fui a la primera consulta por el embarazo…

La vida te da sorpresas y la que me llevé yo ese día no creo que la pueda superar nunca.

 

Me quedé embarazada cuando mi bebé tenía dos meses

 

Porque después de años intentando ser madre, me quedé embarazada cuando mi bebé tenía dos meses. Si no me fallan las cuentas, fruto de un polvo rápido y accidentado mientras mis suegros bajaban a pasear a su nietecito para que nosotros descansáramos un ratito. Un polvo para el que no tomamos ninguna medida, porque, total, no podíamos tener hijos de forma natural.

En fin, que no eran gases, no. Quizá al principio, pero lo que sentía cuando me decidí a ir al médico, era un nuevo bebé pateando en mi interior.

Y aquí estoy yo ahora, la que no quería tener mellizos, criando a dos pequeñajos que se llevan un año escaso y van a ritmos totalmente distintos. Comprando pañales de dos tallas, alimentando a horas diferentes y soñando con dormir más de una hora seguida. Muerta de agotamiento. Y de amor un poco también.

 

Sonia

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

Imagen destacada