Necesitaba el B1 de inglés para poder dar un mejor servicio en mi trabajo, tengo una casa rural y el inglés es más que necesario. Así que alquilé una habitación de Airbnb en la capital, de paso aprovechaba para hacer turismo y conocer novedades de los mercados vacacionales desde el otro lado. 

Conocí a este personaje en el curso, el primer día, lo típico, presentaciones y tal y ahí estaba él. Alto, ancho de espalda, músculos definidos. En general daba una imagen de hombre serio, responsable, el caso es que me quedaba embobada mirándolo cada vez que lo escuchaba hablar. En los descansos y días siguientes cada vez que teníamos oportunidad quedábamos para comer. 

La buena química y el buen rollo eran más que evidentes. En varias ocasiones estuvimos a punto de besarnos, pero en el último segundo siempre se arrepentía. Pensé que podía tener una relación con alguien más, pero me juraba que estaba soltero. 

Llegó el fin de semana y varios compañeros dijeron de ir a una casa de campo, me agradó la idea y no me lo pensé. Él tampoco. Yo estaba emocionada, pensé que tal vez lejos de la ciudad, la tensión del curso, el trabajo y demás, podía pasar algo más. 

El pueblo era precioso, una temperatura agradable y el ambiente entre las ocho personas que íbamos ideal. En la noche, hicimos una barbacoa, bien regada de cerveza y vino, empezaba a refrescar y siempre atento me dejó su cazadora. Por la forma de mirarnos era más que evidente que saltaban chispas, cuando nos quedamos solos, por mi mente pasaron cientos de imágenes, ilusionada como una quinceañera. Tengo que aclarar que ya tenía un par de copas de vino y un puerto de indias bien cargado, así que no solo me temblaban las piernas por su presencia…

Mientras otros compañeros seguían la fiesta, él se sentó junto a mi en el sofá, me preguntó si tenía frío, si estaba bien. Olí su cazadora y mirándole a los ojos le dije que estaba perfecta. Así que le di pie para que me besara, pero en vez de eso, me dijo que le gustaba muchísimo mi forma de ser, de ver la vida blablablá pero que no le ponía nada físicamente porque estaba entrada en kilos. Sí, detalle que no había mencionado antes porque de siempre me ha dado igual y no ha sido ningún problema, hasta ese día. 

Comprenderéis el bajón que me dio, así que no esperé a que nadie se levantara el día siguiente, en cuanto me sentí mejor agarré mi coche y me fui. 

El lunes siguiente cuando volvimos a clase la tensión se podía cortar entre nosotros, terminábamos el curso y yo estaba muy cabreada porque nunca ningún tío me había dado ese plantón. Así que me propuse aclarar la situación. Le propuse olvidar lo sucedido y tener un trato cordial, total, sólo quedaban tres días. Y aquí viene lo más sorprendente que me ha pasado en la vida. 

El ultimo día, fuimos a comer a un bar junto a la academia para celebrar que habíamos terminado y los exámenes habían salido bien, a propósito, me había puesto una falda y una blusa a juego que me encantaba. Me crucé con él en los baños, me miró con cara de vicio y le pregunté directamente si tan desagradable le parecía, empezó a titubear, nos acercamos y nos besamos.

El tema se calentó y empezó a meter mano, entramos dentro del baño de mujeres y cerré la puerta. Con la blusa desabrochada y su cabeza entre mis tetas era más que obvio que estaba disfrutando, así que le agarré el pantalón y traté de meter la mano para sacar su miembro, él lo impedía, sujetaba mi mano una y otra vez. Eso me extrañaba, pero a la vez comenzó a masturbarme y me gustaba, de nuevo insistí, y él se negaba porque decía que no tenía condón, a lo que le respondí que me daba igual, yo solo quería que él también disfrutara.

Dispuesta a romper todas las barreras me separé un poco de él, con la respiración agitada me agaché, le pedí que me dejara y no puso impedimento. Despacio, desabroché el pantalón, metí la mano y saqué su miembro. Sorprendida lo agarré con los dedos.

Me miró con la cara desencajada, agarró mis muñecas y me puso a su altura. Yo no entendía nada, ¿qué había pasado? Y directamente le pregunté sin en la cabaña era verdad que me rechazó porque no le atraía mi físico por mi sobrepeso, a lo que me respondió que no. Que me rechazó porque se avergonzaba de su miembro y no quería que yo saliera corriendo. 

Tocaron a la puerta, y escuché a varias chicas riéndose y haciendo comentarios sobre nuestra tardanza en salir. 

Cuando nos despedimos de todos los compañeros en la puerta del bar, había tenido tiempo para reflexionar sobre lo sucedido, y le pedí que no me volviera a buscar. Pues hay muchas formas de tener sexo, de dar y recibir placer independientemente de los tamaños, pero tratar de hacerme sentir mal a mi para ocultar sus propios complejos, eso no entra en mi mundo.

 

Anónimo

 

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