Llevo toda mi vida post-treinta diciendo que no es que me vayan especialmente los jovenzuelos, que a mí lo que me gusta es que estén tó güenos (superficial, materialista, gilipollas. Sí a todo). Mis coleguis me llaman asaltacunas y yo me quedo tan ancha: «yo no lo busco, a mí me da igual que tengan 45 pero es más probable que esté bueno con 30». Y claro, de ahí mis estadísticas: el 90% tienen menos de 35 (servidora unos cuantos más). Todo muy lógico.

hell yes

Yo vivía muy feliz con mi Teoría Yoguril hasta que hoy me ha llamado mi amiga María:

María: mi amigo Pedro quiere conocerte.

Yo: y por qué. No sé quién es (yo, LA SIMPÁTICA).

María: te lee y le he hablado de ti.

Yo: paso, estoy muy liada (me da palo esto de las citas apañadas, luego me quejo de que no me como un torrao).

María: está MUY bueno (cómo me conoce, la muy perra).

Yo: ah bueno, entonces manda foto.

Y María manda la foto en gayumbos (todo MUY sutil) Y NO OS HACÉIS NI IDEA DE LO QUE ERA ESE CUERPO. Madredelamorhermoso, vaya bíceps, vaya patas, vaya tableta, VAYA DE TODO.

OMG

Yo: joder María, VAYA BESTIA (visualizándome empotrada en el alicatado por semejante Dios del Olimpo).

María: y encima es un coco nena, profe en la Universidad de una carrera de ciencias de esas dificílisimas.

Yo (oyendo una alarma en mi lóbulo parietal izquierdo): HUY. Profe. Universidad. Ciencias ¿Edad?

María: 45

En ese momento me he dado cuenta de que estoy MUY JODIDA, porque de repente me ha dado un repelús tremendo. Sí señores, A MÍ, que unos oblicuos me hacer perder el sentío, que soy una creisi de los abdominales, que se me seca el cerebro ante unos buenos pectorales, el hecho de que esa bestia parda tuviera más de 40 me ha bajado la líbido al nivel del Subway.

Estaréis pensando que soy gilipollas DEL TODO.

YES

Y tenéis toda la razón.

Ojo, que esto no lo he elegido yo. Es una disfunción, una limitación, una majaronería.

ESTOY FATAL.

Tan fatal estoy que se lo he contado a mi terapeuta (sí, amichis, voy a terapia. Terapia es bien. Ese será otro post)

Yo: quiero que en la próxima sesión tratemos otro un problema que tengo.

Psicóloga: cuéntame.

Yo (sacando el móvil del bolso): no quiero ni conocer a este pedazo de animal ser porque tiene 45, o sea, básicamente mi edad.

Cuando la psicóloga ha visto la escultura griega de carne y músculos se ha quedado bizca no, LO SIGUIENTE.

Psicóloga (bizqueando y sin retirar la mirada de mi pantalla): hombre… yo creo que deberíamos tratarlo y que tú deberías hacer un hueco en la agenda. PERO YA.

Yo: me da palo el tema citas apañadas.

Psicóloga: eso es el primer momento. Luego se pasa. Haz un esfuerzo, POR EL AMOR DE DIOS.

Vamos que, básicamente, la terapeuta me ha recetado un encuentro con El Hombre Listo, Musculoso e Interesante y yo (que no pillo cacho desde las Olimpiadas del 92) quiero morirme solo de pensarlo.

Y vuelvo a mirar la Masa Muscular que ocupa mi Iphone y pienso que le voy a pedir a esta mujer que me hipnotice o me medique o algo, a ver si así me dejo de gilipolleces.

Mientras tanto, María insiste, envía más fotos, a ver si así me convence. Ella es mi Tinder particular. La última foto ya es tumach: hombros, oblicuos, tableta y culo (sí, esta en bolas, pero de lado. Pene no ver). María lo está dando TODO, qué maja.

Ha funcionado. Le digo a María que vale, que no prometo nada pero que me tomo un café con El Hombre a ver si deshacemos el conjuro AntiMachosMayoresde40.

ok

Y en esas estamos, chiquis, esperando a que mi amiga coordine el encuentro. Mientras tanto, a ver si dilucido qué coño me pasa ¿seré una Peter Pan cualquiera?, ¿tendré un trauma del que no recuerdo el origen?, ¿a alguna os pasa algo parecido?

La continuación, próximamente en sus pantallas.