Todas las personas tenemos derecho a equivocarnos, y en el momento que nos damos cuenta de nuestra equivocación debemos disculparnos sinceramente si hemos ofendido a alguien y también enmendar en la medida de lo posible el error cometido.
Mercedes Milá ha reconocido que se ha equivocado, y eso es bueno. Pero la disculpa y enmendar el error no se le ha dado tan bien. Y claro, me ha hecho pensar en cuando debemos y cuando no aceptar una disculpa. Así que, para todas esas personas que no saben si perdonar o no a la Milá:
Querida adolescente;
Las cosas malas y graves empiezan en pequeños detalles. Esa broma que se repite constantemente y no te hace gracia. Ese comentario hiriente seguido de “te lo digo por tu bien”. Ese juicio no pedido sobre tu aspecto en un contexto en el que no había lugar. Y el silencio incómodo, cuando no las risas de los demás, que rodean esas situaciones.
Pedir disculpas está bien si no se siguen cometiendo ataques, si no seguimos usando descriptivos como “gordo” en términos peyorativos. Si no cuestionamos la carrera profesional de las personas sin motivo. Pero sí se sigue ahondando en aquel comportamiento que causó la herida no creo que valgan de mucho.
A mí lo que me preocupa es que pienses que disculparse es una palabra y no una acción. Que pienses que es un trámite social hueco y vacío con el que nada se contribuye a paliar el daño causado. Como cuando en el colegio alguien hacía algo malo delante del profesorado y se le obligaba a decir perdón y dar un abrazo. Y lo único que aprendía esa persona era a no volver a hacerlo con testigos adultos, pero seguía martirizando a los demás a escondidas.
Donde la ira de esa personita violenta en lugar de ser atendida, entendida y aplacada; crecía y se volvía más sutil. Si: esas cosas sin importancia, esas niñerías que pueden acabar en bulling del fuerte. Empiezan en cosas pequeñas, que es cuando hay que actuar para que nada grave ocurra.
Si tienes que disculparte, estaría bien que empieces por reconocer que tu comportamiento fue erróneo por algo. No pasa nada por asumir que somos personas llenitas de prejuicios. Que necesitamos liberarnos de ellos. Que estamos en constante aprendizaje. Que necesitamos referencias más positivas sobre un montón de cosas. Que nos equivocaremos más veces, y tendremos que seguir abrazando errores para ser mejores personas.
Tú no le tengas miedo al error ni a la disculpa, seguro que lo haces estupendamente y seguro que tu ejemplo ayuda a que las personas que te rodean también tengan una actitud real de mejora. Y por favor, por favor, por favor te lo pido querida adolescente: ¡¡¡si te preocupa tu salud vete a tu médico de cabecera!!! Nada de ingerir nosecuantos limones en ayunas haciendo el pino, aspirinas en la nariz bajo el sol de mediodía, ni beber tu peso en litros de agua recogida al alba en la fuente de los celtas el primer día de otoño. Al médico o médica que te toque, que de verdad que son personas cualificadas para decirte cómo estás de salud y ayudarte a mejorarla si es necesario. Al resto de personas que opinan con tanto interés por “tu salud” las puedes mandar a paseo con mucho garbo, así les das la oportunidad de ejercitarse en esto de la disculpa.