La edad adulta es sorprendente a la par que estresante. No avisa cuando llega pero lo hace pisando fuerte. Tienes que hacer frente a obligaciones que antes ni siquiera pensabas y piensas de más aspectos que un año antes ni siquiera rondaban tu cabeza.
¿Por qué existe una barrera cuando llegan los 30? Si los 30 debería ser precisamente la liberación definitiva de todas las limitaciones. Llega la independencia financiera. El momento de plenitud en la juventud. Tienes tiempo, dinero, vitalidad y ganas para comerte el mundo. Y nos lo estropean echando sobre nuestras espaldas un peso que nosotros no pedimos: trabajo de en sueño, boda, hijos, casa propia…requisitos indispensables para vivir feliz.
Y con esos “requisitos” que ni siquiera sabes si quieres, comienzan las comparaciones con las personas que han crecido contigo. Incrementadas por la cantidad de medios en los que puedes ver noticias sobre ellos.
- Fulanito se ha comprado una casa en el mejor barrio de Madrid.
- ¿Fulanita en qué trabajará para estar viajando todo el día?
- Fulanita tiene dos años más y ya ha sacado la plaza de “tal” en “tal” destino.
- Fulanito y Fulanito siguen juntos, seguro que se casan.
- Fulanito lo acaba de dejar con Fulanito, ¡ si ya tenían la vida hecha!
Y así, empiezan a crecer pequeños bucles de pensamientos que acabas rumiando. Los acabas haciendo importantes hasta el punto de no poder parar de pensar en otra cosa. Hasta el punto de machacarte emocionalmente por las cosas que no tienes (y que , repito, puede que no quieras).
Da igual si estás trabajando, si tienes un techo, una cama y un plato en la mesa. Si no tienes pareja, vives preocupado de no acabar solo tu vida.
Si la tienes, quizá el trabajo que desempeñes no era el que te hubiera gustado.
Puede que tengas el mejor trabajo pero no suficiente tiempo para dedicarte a ti mismo. O no el mejor estado mental o físico. O no la mejor casa, el coche o la vitalidad para hacer muchas cosas.
Créeme, la lista de carencias no para de crecer.
Cambiar las situaciones que nos hacen infelices depende sólo de uno mismo. Pero piénsate MUY BIEN si hay una parte en tu vida que no te gusta de verdad o solo porque no es lo que socialmente se espera de ti al tener una determinada edad.
De repente te encuentras en un grupo de amigos de toda la vida en el que una está viajando todo el día sin pensar en el mañana, otra se va a casar en verano, otros acaban de comprarse su primera casa , otro sigue opositando o estudiando y tu acabas de encontrar el trabajo de tu vida. Realidades completamente diferentes en un mismo intervalo de edad y que ESTÁN PERFECTAMENTE.
Cada cual tiene que vivir el momento que le corresponde vivir INTENSAMENTE, sin presiones, sin expectativas de otros, sin pensárselo demasiado…
Y da miedo vernos crecer. Da miedo hacer lo que antes solo veías en otros adultos. Y no por el hecho de hacer cosas si no por la connotación que va a tener esas cosas en la vida de los demás.
Hace unos años éramos simplemente “estudiantes” o “trabajadores en cosillas” que disfrutaban juntos de un buen sábado por la noche, que su única preocupación era cuadrar fechas para irse de vacaciones o elegir tailandés o pizza, cervezas o cubatas.
Yo reivindico volver a ese punto. Cada uno que continué una vida que ha elegido y que seguro que le hace feliz pero sin pensar que cumple objetivos vitales. Nadie sabe el peso que tiene otra persona sobre sus espaldas ni el malestar que le generan ciertos temas. Por lo que reivindico vivir sin pensar en la vida de otros. Sin cronómetro vital. No quiero listas de “ to do” antes de los 30, o siguientes. Quiero que la vida me sorprenda con lo que tenga preparado para MI, que será diferente pero no menos especial que lo de ÉL , ELLA o ELLOS.
@VEGA.ESE
