Sí a día de hoy conozco la historia que voy a contaros es porque tengo la inmensa suerte de que mi último ex-novio no ha dejado nunca de ser uno de mis mejores amigos, lo cual me da acceso a la confirmación de un montón de sospechas y a una inagotable fuente de cotilleos. Digo esto porque sé que no es lo habitual enterarte de las conquistas, rupturas y demás avatares amorosos de la ex-pareja de una, y menos cuando está todo tan reciente como lo estaba cuando ocurrieron los hechos, pero empecemos por el principio: mi ex y yo éramos aún novios y requetenovios cuando Godofreda (nombre ficticio) empezó a frecuentar los sitios a los que solíamos ir nosotros. Era Godofreda una chica bastante mona, con una larga melena rubia y un estilo así como rockerillo-alternativo bastante llamativo, y con su buena actitud juvenil de ‘’yo soy distinta a todas las demás’’ que no puedo echarle en cara porque sí, yo también he pasado por esa etapa y no voy a esconderme ahora. Resulta que Godofreda era asidua a los bares de rock y a los locales de ensayo y que casualmente mi ex era guitarrista en un grupo de rock, así que era cuestión de tiempo que por medio de colegas y conocidos en común acabasen llevándose bien.

Mi ex siempre ha sido una persona bastante sociable, además de tener una forma de ser tan amable y acogedora que hace que se granjee con facilidad la amistad de la gente: por tanto, siempre ha tenido tanto amigos como amigas que han confiado en él para contarle sus cosas, pedirle consejo o simplemente echar unas cervezas, algo que a mí nunca me ha supuesto un problema ni con él ni con mi pareja actual. Sin embargo, el día que conocí a Godofreda de manera más cercana hubo algo por su parte que me mosqueó bastante: estábamos en una fiesta y se acercó a saludar a mi ex. Pasó por mi lado sin mirarme, se abrazó a él como un koala y cuando él nos presentó me miró con cara de asco. El tiempo que estuvo hablando con él me dio la espalda por completo, hasta el punto de que incluso la gente que estaba con nosotros se dio cuenta del tremendo desplante.

 

Como comprenderéis a mí esta actitud no me gustó un pelo y así se lo hice saber a mi ex, pero él, como buen abogado del diablo que ha sido siempre, le quitó importancia al asunto justificándolo con que igual la chavala había bebido de más y ni se había dado cuenta. Y me lo quise creer hasta que volvimos a encontrarnos con ella al poco tiempo, me dirigí a ella directamente a ver cómo reaccionaba y la muy estúpida no sólo me ignoró por completo, sino que a la hora de despedirnos volvió a abrazarse a mi ex, solo que en esta ocasión me miró a los ojos por encima de su hombro con cara de: ‘’jódete, zorra’’.

Y mira, yo soy una persona muy pacífica y nada celosa, pero ya tuve que hablar en serio con mi ex y advertirle de que o moderaba los saludos con esa persona en concreto o se la iba a quitar yo de encima arrastrándola de los pelos, porque él bien sabía que yo tenía cero problema con que él fuera una persona cariñosa y mostrase afecto abiertamente tanto a sus amigas como a sus amigos, pero no iba a tolerar que esa niñata se me riese en la cara. La respuesta de mi ex fue que se había dado cuenta de que tenía razón, que la vez anterior había tratado de justificarla con la excusa del alcohol, pero en esta ocasión le había resultado muy incómodo que le abrazase de esa forma tan estrecha y duradera cuando sí, se llevaban bien pero él no la consideraba amiga suya. Y qué queréis que os diga, la cara que puso la tercera vez que coincidimos con ella cuando fue a abrazarle y él puso la mano en su hombro para darla dos besos me dio una satisfacción solamente inferior a la que le da a una cuando alguien le da la razón.

 

Porque mira tú por dónde mi ex y yo acabamos cortando por causas totalmente ajenas a terceras personas, pero como os he comentado antes hemos seguido siendo siempre amigos, y resulta que una tarde me llegó un mensaje suyo en el que me decía que tenía razón al decir que la tal Godofreda no era trigo limpio. Al parecer se había dejado caer ‘’casualmente’’ por el local en el que ensayaba el grupo de mi ex para ver el ensayo y tomar unas cervezas. Tras el ensayo habían empezado a tontear, se habían medio liado, él le había preguntado si le apetecía ir a su casa y ella había dicho que sí.

Al llegar habían seguido liándose, se habían ido a la cama y cuando él estaba ya en pelotas y ella casi casi se levantó y empezó a vestirse. ¿Lo mejor de todo? Que cuando él le preguntó preocupado que si algo había ido mal o si había hecho algo inapropiado, ella contestó: ‘’Tú me has dejado con las ganas durante años porque tenías novia, así que ahora te jodes y te quedas con las ganas tú’’, para posteriormente irse muy digna dejándole con tres palmos de narices. Y, ¿qué hizo mi ex? ¿Correr detrás de ella? ¿Suplicar? ¿Pedirle perdón? ¡No, correr a contármelo a mí! Es más, seguramente no sea así, pero a mí me gusta pensar que seguía en la cama en pelota picada cuando cogió el móvil para contármelo.

Por supuesto que le respondí ‘’no voy a decirte que te lo dije pero sabes que te lo dije’’, con ese gustirrinín que da que te confirmen algo que sospechabas, porque a mí me vais a perdonar pero hay algo más placentero que comer, que dormir o que follar, y es que te den la razón.

 

Relato escrito por Con1Eme basado en una historia real