Mi padre se fue de casa y así afectó a mi vida 

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 15 años. Cualquier divorcio afecta a los hijos, pero  cuando estás en plena adolescencia y cuando la separación en cuestión es traumática, afecta el  triple. 

Mi madre llevaba con una depresión unos años y mi padre no supo estar a la altura. Estaba  saturado y decidió acabar con todo. Según dijo necesitaba estar solo. No quería saber nada ni  de mi madre, ni de sus hijas.  

No creo que lo hiciera bien, pero no estoy escribiendo esto para juzgarlo. La cuestión es que se  fue de casa y me dejó con mi madre, la cual no estaba en condiciones de cuidarme. Mi  hermana por aquel entonces estaba en la universidad, con lo cual no vivía con nosotras y no  veía el día a día de mi madre y el vacío que dejó mi padre. 

Yo, como ya he comentado, tenía 15 años y una autoestima de mierda. Me sentí abandonada  por mi padre. No dejaba solo a su exmujer, dejaba a su hija y yo no entendía por qué.  

Mi madre se pasaba los días llorando en el sofá, y cuando cogía algo de fuerzas, se dedicaba a  romper fotos familiares en las que salíamos los 4, llena de rabia y sin pensar que yo estaba  viendo todo. 

Así fueron los siguientes meses de mi vida. De mi padre no sabíamos nada. No me llamaba, tampoco quedábamos. Vino en un par de ocasiones a casa a coger cosas y acababa discutiendo  con mi madre sin pararse a pensar que ahí también estaba su hija. 

A raíz de esto, yo crecí pensando que no valía nada. Mi figura de referencia paterna me había  abandonado y mi figura materna no existía en ese momento. Así pues, empecé a aferrarme a  cualquier chico que me decía algo bonito. A la mínima que alguien era amable conmigo, me  “enamoraba” y sentía una dependencia total por él. Hacía todo lo que quería para que no fuera  el siguiente que me abandonara y no ponía ni un solo límite.  

Empecé en un bucle de relaciones tóxicas que hacían conmigo lo que querían. Aprendí que eso  era el amor, cuando de amor eso no tiene nada. Normalicé ser sumisa para ser aceptada.

Estuve con un hombre siendo yo una niña, que se aprovechaba de mi inocencia. Pasé también  por relaciones en las que me engañaban y me manipulaban, y siempre sentía que no era  suficiente para nadie. 

Han pasado muchos años desde entonces y he crecido en todos los aspectos. Me he dado  cuenta de que esa imagen que tenía de mí era simplemente eso, una imagen y no una realidad.  Pero he de decir que sigo en una lucha constante con mis malos pensamientos sobre mí  misma.  

No culpo a mi padre. En ese momento no estaba bien y a día de hoy tenemos una buena  relación, pero sé que el origen de mi mala autoestima tiene origen en el momento en el que él  se fue de casa, dejando a una niña que todavía no sabía quién era. 

 

Anónimo

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