Fue sin más. Un día sientes que te atragantas y al siguiente día no puedes dejar de pensar en eso. Sientes tu garganta más pequeña y comes algo menos para que ese momento acabe cuanto antes y vuelvas a estar tranquila. Ya no puedes volver a comer sin pensar en eso. En que en cualquier momento puedes atragantarte.

Empieza el miedo de salir a comer fuera y que te ocurra algo de esto. Cuando comes con mñas gente no puedes evitar sentirte mal porque todos comen sin problema y a ti te cuesta la vida e intentas que se note lo menos posible y que no se den cuenta de que has comido una mierda para estar bien cuanto antes. Y empiezas a hacer menos planes. Sales menos, ya no quieres comer en un bar y mucho menos cenar porque las cenas te cuestan más. Te haces analíticas para ver si es algo chungo y mientras esperas los resultados, millones de enfermedades posibles pasan por tu cabeza. Esa semana no duermes bien. Y te llama el médico. “Todo está bien… es ansiedad” 

Otra cosita más que mi amiga la ansiedad me provoca. 

Como no lo controlas, focalizas toda tu atención en la forma en la que baja tu comida poco a poco y crees que centrándote en eso ayudas a evitar que te atragantes. Todo lo contrario. Eso hace que notes todo mucho mas y que sientas que siempre se te queda algo ahí atrapado que no baja. Puedes respirar y seguir bebiendo y comiendo sin problema, sin embargo eso está ahí en medio poniéndote nerviosa y haciendo incluso que desistas y dejes de comer. Te agota, te frustra, te vuelve loca. 

Una semana estuve sin comer nada sólido. Una semana a base de purés y batidos de fruta. Hasta el yogurt notaba que se me quedaba atrapado a medio camino. 

Mi pareja me dijo que no podía dejar de comer, que no debía acostumbrar a mi cuerpo a eso porque si lo hacía pronto empezaría a tener miedo de cualquier alimento. Así que me dije, “vale, esta semana voy a estar tranquila comiendo purés y cremas ( necesitaba descansar la cabeza del miedo que eso me provocaba) pero la semana que viene empiezo comiendo poco a poco aunque sufra…”

Por suerte solo estuve así una semana, el otro día escuché una entrevista de una persona que le pasó igual y estuvo un año sin probar nada sólido. Fue en este momento cuando entendí la gravedad del asunto. Lo grave que es hacer oídos sordos a tus problemas y dejar de comer porque a corto plazo eso te tranquiliza y te parece que es la solución. Realmente es un problema y tenemos que poner todo de nuestra parte para solucionarlo, da igual el tiempo que te lleve, es algo normal que sufren muchas personas con ansiedad y no pasa nada. No eres un bicho raro.

A día de hoy me sigue pasando. Es algo que va poco a poco y que cuesta mucho. Cuesta comentarios sobre lo poco que comes o lo lento que lo haces y cuesta no pensar en eso todo el tiempo porque es algo que no puedes evitar. Con ansiedad todo se te hace cuesta arriba. Pero siento que lo estoy consiguiendo. Esto no va a durarme toda la vida. No voy a dejar que lo haga. Hay alimentos que me cuestan más que otros. Hay días que no me pasa la comida y otros que como estupendamente. Pero hago un esfuerzo todos los días por comer bien.

Siempre he disfrutado muchísimo comiendo, no voy a dejar que mi ansiedad arruine uno de los placeres más grandes de este mundo. Me llevará tiempo, pero ¿sabes qué? Esta mañana he desayunado y al terminar, me he dado cuenta de que no había pensado ni una sola vez en el problema. ¡Lo había hecho sin darme cuenta! No había sentido nada raro porque no había puesto mi atención en la comida, sino en la conversación que estaba teniendo. Y eso, ha hecho que sepa que voy a conseguirlo. 

 

PD: si te pasa algo similar y ves que no puedes superarlo solo, no dudes en pedir ayuda profesional. Es un problema MUY habitual y no has de avergonzarte por pedir que te echen una mano.

 

@whoseli_