Mis principios éticos me impiden ser madre y esta es la alternativa que me planteo

Matizo el titular para ser honesta y para que nadie sienta que la estoy juzgando: no soy madre porque no deseo serlo. A día de hoy, no es una experiencia que quiera vivir, aunque veo posibilidades de cambiar de opinión en el futuro. Eso es lo principal, que no quiero serlo, pero lo cierto es que no ser madre también es una decisión alineada con mis principios. 

Hablemos sin poner paños calientes: nos encaminamos a un horizonte de colapso ecológico y escasez. Es algo de lo que los científicos llevan alertando décadas, mientras el resto del mundo ha permanecido tocando instrumentos como si nada mientras el barco se hunde. Todas sabemos que, al ritmo al que consumimos en la actualidad, el colapso solo puede acelerarse. 

Plataformas como la IPBES ya han dejado claro con sus informes que o se producen cambios significativos o el colapso y la extinción masiva de especies serán cuestión de tiempo. Con las implicaciones socioeconómicas que eso tiene, claro, no nos vayamos a creer que esto es cosa de que dos o tres tipos de pajaritos dejen de existir. Se pierden recursos naturales de forma acelerada, se pierden puestos de trabajo y el futuro se vuelve más incierto. Es algo que ya estamos viviendo. El desabastecimiento es una realidad. 

  • El encendido debate de la libertad personal

Repito que no pretendo juzgar a nadie, pero, en un contexto como este, a mí me parece poco responsable no plantearse siquiera la cuestión del futuro antes de quedarse embarazada, por varios motivos. No voy a hablar de superpoblación, un debate que ha ido y venido en los últimos años. Parece estar en segundo plano por el momento, al menos en Occidente, donde la natalidad está decreciendo a un ritmo vertiginoso. Lo fundamental es que contemplo como posibilidad que, en el futuro, la involución a la que parecemos abocados/as conlleve sufrimiento. Dicho en otras palabras: que no se pueda garantizar el acceso a suministros básicos de todos/as, como el alimento o la energía, y esto se convierta en una selva por la supervivencia

ser madre

Soy consciente de que el de la maternidad es un debate difícil porque se trata de derechos y libertades individuales. Cuando se sugiere siquiera que haya que renunciar a algo, especialmente a  una experiencia tan intensa y tan determinante en la vida como ser madre, y que se haga por el bien común, algunas se ponen las manos a la cabeza. Se llevan el debate a lo emocional. Pero no, que nos quede claro que ser madre o padre no es un derecho. Y también que los/as niños/as no son propiedad de sus papás o mamás. 

  • Otra forma de ser madre

Al margen de eso, ya he dicho que no he renunciado al 100% a la idea de ser madre. Lo que sí tengo claro a día de hoy es que, de serlo, no seré madre biológica.

Puede que no quiera renunciar a la experiencia de la maternidad, pero no quiero estar embarazada, ni parir, ni dar el pecho ni criar a un/a hijo/a de menos de dos o tres años. No es algo que quiera vivir. Y, afortunadamente, mi pareja está en la misma sintonía que yo. 

 

Los dos tenemos la suerte de haber crecido en un entorno seguro lleno de amor. Con los clásicos problemas para llegar a fin de mes, sí, pero nuestras respectivas familias pudieron darnos lo suficiente para crecer felices y, además, una buena educación. Me perturba más saber que hay miles de niños que no van a tener una oportunidad ni medianamente parecida a la nuestra en la vida, y ya no hablo siquiera de hacer un mínimo de tres comidas al día o poder ir la universidad. Hablo de que sean queridos.  

Me atrae mucho más la idea de sentir que estoy proporcionando amor a un/a niño/a que no ha tenido acceso a algo tan básico como una familia que lo quiera, en lugar de traer al mundo otro ser humano generando su correspondiente huella de carbono. Y no hablo de un/a niño/a de menos de un año, que es lo que quieren tantas y tantas personas y es la razón por la que está generalizada la idea de que cuesta mucho adoptar. Hablo de niños/as etiquetados/as con algo así como “difíciles de posicionar”, como niños/as mayores, o preadolescentes, o grupos de hermanos/as. 

Enseguida encuentro las reticencias de mi entorno, claro: “No serán tus hijos”, “Es difícil que cambien a esas edades porque ya tendrán demasiadas vivencias detrás”, “No sabrás de qué contexto vienen”, “Discutirán contigo y te dirán que no eres su madre” y un largo etcétera. Supongo que, después de todo, sería una experiencia en cierto modo difícil, y hasta tendría que agradecer estos comentarios para irme preparando si llego a dar el paso. 

adoption

¿Qué pensáis? ¿Alguna más duda sobre ser madre y tiene presente la cuestión medioambiental? ¿Alguien contaría su experiencia con la acogida o con la adopción, especialmente a partir de ciertas edades? Me encantaría leeros.  

 

Azahara Abril