Queridas lectoras, queridas amigas, queridas mujeres del mundo que sufren por los tíos con más cojones que neuronas, he venido aquí para quejarme e inaugurar la sección de «muerte a los tíos que…«. Concretamente, hoy vamos a poner a caer de un burro a esos especímenes más conocidos como “tíos que te meten fichas pero tienen novia”.

Este odio visceral surgió cuando Pedro (nombre ficticio porque soy una señora bien, señora fetén, que respeta su intimidad aunque sea gili) me empezó a seguir en Instagram. Veo que el muchacho me da like a unas cuantas fotillos más viejas que Matusalén, así que pienso “tate, aquí hay tomate”. Me meto en su cuenta y el muchacho está de buen año, pero tiene fotos de hace varios meses con una chica que no parece precisamente su hermana.

“Bueno, serán fotos viejas. Muevo ficha y le sigo yo también. ¿Qué pasará, qué misterio habrá?”

Pasan los días y no pasa nada. Si subo una foto él me da like, si la sube él se lo doy yo también. Sí, visto en retrospectiva parece de putos críos, pero así es el siglo XXI. Total, que todo sigue en stand by hasta que subo un story con mi perro y él me manda un mensaje privado como si nos conociésemos de toda la vida diciendo que qué mono el perro. Empezamos a hablar y el tonteo se hace notar.

“¿Serán imaginaciones mías? ¿A este chico le molo? ¿Qué está pasando aquí’?”

Total, que cuando yo ya estaba convencida de que me estaba montando una película digna de Oscar va el chaval y me da su WhatsApp por si “quiero hablar por allí que es más cómodo”.

“Blanco y en botella, lefa. Este quiere algo conmigo.”

Y nada, empezamos a hablar TODOS los días. Él me dice que qué divertida soy, que qué gustazo poder hablar conmigo, que qué bien se me da escuchar, que qué cómodo se siente… Todas estas cosas que le dices a alguien que te mola o eso creía yo.

Pasamos de nivel y un buen día Pedro me llama para hablar. La conversación fluye y yo estoy encantada de la vida. Nos gustamos, eso es obvio, pero ninguno ha hecho referencia explícita al tema de quedar y follar como perros. Aun así me dice cosas que no le dices a una amiga, por ejemplo: “eres la mujer perfecta”, “qué cuerpazo tienes”, “cada día estás más guapa” y un largo etcétera.

Total, que como yo veía que esto iba viento en popa a toda vela, le dije de vernos en persona (él vivía en Almería y yo en Madrid).

“Pues el puente de octubre tenía planeado ir a Madrid”, dijo él.

“Ay, pues genial. ¿Quieres quedar y vernos en persona por fin?”, dije yo.

Y en ese momento él soltó la bomba

“Pues no sé si podré, porque voy con María.”

¿María? ¿Quién es María? A mí no me había hablado de ninguna María… Total, que me vino un flashback y me acordé de aquella foto de Instagram con una tía que había subido hace meses… La busqué y tachán tachán… La chica era María.

“Sorry si me lo has dicho y se me ha olvidado pero, ¿quién es María? jajaja”, le pregunté.

“Jajajaja, mi novia.”

Inmediatamente le pasé a mis amigas un pantallazo para compartir el drama y que flipasen un poco.

“Uy, así que es de esos…”, dijo una de mis amigas.

“¿De quiénes?”, pregunté.

“De los que tienen novia pero se dedican a tirar fichas a todo bicho viviente”.

Obviamente dejé de hablar con él. Yo no quiero que mis amigos me metan fichas, no quiero que me digan lo buena que estoy o lo guay que tiene que ser echar un polvo conmigo, no quiero que me usen para ensalzarles el ego mientras se follan a otra, no quiero ser el segundo plato de nadie. Y algunas pensaréis que no tiene nada de malo, que es él quien tiene novia y no yo, que tal vez tienen una relación abierta, pero si ese es el caso qué menos que decírmelo para darme la opción a decidir.

Y lo que más me jode de toda esta historia es que los tíos con novia que te meten fichas NO VAN A FOLLARTE JAMÁS. Dominan perfectamente los límites para que si algún día les pillan, poder decir “si solamente hablábamos, eres una exagerada, te has pensado cosas que no son”.  Lo único que quieren es usarte para tontear porque están aburridos en su relación pero no tienen los cojones necesarios para dejarlo. Por eso ligan con todo lo que pillan. Les crean falsas ilusiones a las tías y luego se van a la camita con la conciencia tranquila, y mira, no sé vosotras, pero yo lo tengo claro… No quiero más dramas en mi vida (como diría Alaska).

¿Alguna vez os habéis topado con uno de estos tíos?

Autora: Ana Katana.