Carrie Fisher, la actriz que da vida a la princesa Leia en la saga Star Wars, ha sido portada de la revista Good Housekeeping (virgencita con el nombre de la revista, pero bueno, eso lo dejamos para otro artículo) gracias a una entrevista muy personal en la que ha confesado que fue obligada a ponerse a dieta para poder estar en la última parte de la más famosa saga de cine jamás habida.

No sé si bromea, o la pobre se lo toma con filosofía, pero en esa entrevista Carrie afirma: «No querían contratarme a mí, sino sólo a tres cuartas partes de mí aproximadamente. Nada ha cambiado, es un problema de apariencia. El peso y la apariencia sigue siendo lo más importante». Abrimos nuestros brazos para recibir a esta actriz en nuestro universo weloversizer con todo el cariño, y nos sentimos agradecidas, también, de que gente como ella, que tienen un prestigio importante en el mundo de hoy en día, digan las cosas claras: se la presionó para que adelgazase quince kilos si quería aparecer en El despegar de la fuerza.

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¿Soy yo la única que se queda muerta al leer este tipo de declaraciones? Primero, porque la princesa Leia no es un personaje, es un mito. Ya forma parte de la cultura popular, y a los fans de la saga (y me gustaría creer que a los trabajadores de la misma) les debería dar igual el aspecto actual que pudieran tener los protagonistas de aquellas primeras entregas, puesto que todos sabemos que han pasado un porrón de años desde el estreno de la primera película y los seres humanos envejecen y los cuerpos cambian (más aún el de las mujeres) aquí y en Alderaan.

Y segundo, ¿cómo de relevantes pueden ser quince kilos a la hora de vender, comercializar, exhibir… llámalo como quieras, una película? Los que vamos a ir a ver el estreno de la última película de Star Wars queremos ver a los actores clásicos y fliparnos un poquito pensando «oh sí, mira, es la Leia de verdad, y ¡Han Solo! y… ¿dónde está Luke?», no nos vamos a asustar con las caras que se les hayan podido quedar a los actores que los interpretan después de casi cuarenta años. Además, ¿no son tan buenos los equipos técnicos de Star Wars con los efectos especiales? Pues que le hubieran quitado la papada a la señora con un croma. Miedo me da pensar que con tantas restricciones a la pobre le hayan colocado unas lechugas en la cabeza en lugar de su famoso tocado de ensaimadas.

No obstante, las personas que estén detrás de Star Wars no son los culpables de que este tipo de situaciones sigan ocurriendo, simplemente se dejan llevar por esa antinatural esclavitud a la imagen que siempre ha caracterizado a Hollywood. Como bien dice Carrie Fisher en esta misma entrevista, «Tratamos la belleza como un logro y eso es una locura. Todo el mundo en Los Ángeles te ve y te dice: ¡Oh, se te ve bien!, y es su manera de decirte que has perdido peso. Nadie te pregunta ¿Cómo estás? o te dice ¡Se te ve feliz!»

Creo que, nuevamente, es necesario repetir esto: ¡No queremos princesas Leias delgadas, queremos princesas Leias felices, que sean las fucking bitches de la lucha contra el lado oscuro con kilos o sin kilos de más!

Fuente de la noticia – Fotogramas