No dejes para mañana los helados que te puedas comer hoy … aunque sea otoño.

 

Mientras escribo estas líneas, estando de vacaciones en un paraíso con playa y esperando a terminar para irme a tostarme en una terracita, hay una mujer más o menos de mi edad que está dando la que probablemente será la última batalla de su vida.

Esa mujer es amiga de una amiga, es preciosa, vivaz, divertida… Se casó hace poco, y, también hace poco, tuvo una hija, una hija para la que recientemente (antes de que la ingresasen en el hospital esta última vez). Se grabó a sí misma varios videos para seguirla acompañando durante el resto de su vida: para cuando vaya al colegio, para cuando cumpla quince años, para cuando le rompan el corazón…

Y os juro que escribo esto con un nudo en el estómago, porque yo, que también soy madre, no puedo imaginar el dolor y el miedo que ella está sintiendo hoy no sólo por ella, al ver que su vida se le escapa, sino también -y seguramente sobre todo- por su hija, porque cuando una es mamá su primer instinto pasa a ser el de proteger a su hija, es algo natural, y ella ya no lo va a poder hacer más.

hoy

No puedo imaginar su dolor… pero tampoco su fuerza, porque es inmensa. Imaginaos grabándoos en video para dejar unas palabras a la persona que más queréis en el mundo. Y a la que habéis asumido que no podréis volver a ver dentro de poco por algo tan irremediable como la muerte.

Imaginaos haber planeado una vida entera, estar rondando los treinta y por lo tanto creer que la teníais toda por delante. Haber formado una familia, tener sueños, ganas de comerte el mundo, no poder parar de besarle los mofletes a tu bebé ni de contarle esos deditos que son apenas un poco más grandes que tus uñas… Yde repente encontrarte con que una maldita enfermedad te va a sacar del camino en la siguiente esquina.

Porque a veces, no hay remedio ni esperanza. A veces, no se trata de tirar la toalla sino de aceptar lo que hay y de llevarlo lo mejor que se puede. Y ella decidió que lo mejor era prepararse y preparar a los suyos para el final, aprovechar cada día, saborear cada beso, impregnarse bien del aroma del otro en cada abrazo… amar mucho, vivir mucho.

Qué duro.

Porque aunque sabemos que todos nos vamos a morir algún día, creo que nadie está preparado para ello. Ni mucho menos para ver morir a los suyos. Pero es que si encima hablamos de alguien así de joven y con ese futuro por delante que ahora se ha truncado… Hasta pierden sentido las palabras. Cualesquiera que sean.

Damos tanto por sentado… Damos por sentado que mañana en la mañana nos vamos a despertar, que vamos a tener algo para desayunar. Que el mundo va a seguir siendo un lugar relativamente tranquilo. Que seguiremos siendo relativamente libres, que nuestros seres queridos van a seguir estando sanos. O que nuestra pareja va a seguir queriendo caminar a nuestro lado… Se nos olvida que esta vida es impredecible y que de un momento a otro, todo podría cambiar tanto que quizás lleguemos al punto de no poder reconocernos ni a nosotras mismas.

hoy

Y así, vamos por la vida corriendo, machacándonos por ese nuevo michelín que ahora acompaña a los otros dos de nuestra barriga. Dándole vueltas a si esa blusa que tanto nos gustó nos la deberíamos comprar en negra, en roja o en ambas. Dejando para mañana esa llamada a nuestros padres porque hoy llegamos demasiado cansadas, y mañana postergándola otra vez.

Callándonos ese te quiero por no parecer pesadas. Dedicando horas a navegar por aquí y por allá en el móvil en vez de mirar con atención a nuestro hijo, hermana, amiga… que quiere una charla. No yéndonos a ese viaje soñado porque quizás en otro momento nos hará falta el dinero. Privándonos de ese helado delicioso porque nos han dicho que con esos kilos de menos nos vemos más bonitas… Cuando quizás, el mañana no exista.

¿Y si vivimos el hoy?. ¿Y si comemos, saltamos, bailamos por la calle, cantamos a todo pulmón, nos reímos, dejamos que se nos erice la piel, amamos, damos, recibimos, creamos… hoy?

A esa chica que está hoy en una cama de hospital, a sus amigos y familia. Toda la fuerza, todo el respeto y todo el amor.

 

Lady Sparrow