Si acabas de perder a alguien al que querías con toda tu alma, quizás deberías de coger aire y unos pañuelos.

Nunca hay manera de esperarte que tu ser querido fallezca, o al menos no hay manera de aceptarlo. Por el contrario, debemos de parar un momento y reflexionar sobre la muerte y la vida.

¿Por qué hemos aceptado que la muerte es algo malo? ¿Quién nos dice que ahí acaba todo? ¿Y si la muerte es la recompensa de una gran vida llena de luchas y logros? ¿Y si la vida es la muerte también? ¿Y si es el principio del fin? Tal vez, allí esté todo lo que hemos querido, quizás allí nos reencontremos con aquellos que perdimos, quizás allí seamos la mejor versión de nosotros mismos.

Quizás deberíamos de ver la vida como el recorrido hasta el final, deberíamos verla como el camino hasta llegar a la meta, tras haber corrido y luchado como jabatos. Quizás sea la manera en la que todos descansemos en paz, después de una vida en la que tropezamos varias veces.

Quizás todos nuestros seres queridos, los que sabíamos que ya era su momento y aquellos que no nos esperábamos, porque de repente llegó una enfermedad, un accidente, una caída mala, fuera lo que fuese, quizás ellos estén mejor allí. O ¿quién sabe? Quizás estén aquí, acompañándonos en este mundo, quizás sean nuestro ángel de la guarda.

A mí me gusta decir que es el motivo por el que lucho día a día, y así deberíamos de pensar. Está bien pasar el duelo, pero hay que intentar salir de ese bucle, rascando con  uñas, lágrimas y con ojeras que llegan al suelo, despeinada y desarreglada, o todo lo contrario, divinas, pero hay que salir.

Aun así, hay que decir que el dolor, jamás se va, siempre estará ahí, solo que nos acostumbramos a él y aprendemos a vivir con ese sentimiento, guardándolo al fondo de nuestros corazones. Aunque hay veces en las que es imposible no echar una lagrimilla por ellos, y no pasa absolutamente nada. El corazón, el alma, y nuestra salud, tanto física como psicológica, necesitan liberarse. Demostrar nuestros sentimientos (buenos o malos) nunca será un error.

Realmente, cada uno puede pasar este duelo como más le sane por dentro, muchos se quedan anclados en una etapa y no pasa nada, otros van rápido en la recuperación y tampoco pasa nada. No significa que uno lo quiera más y otro menos, es que simplemente, pasan sus duelos y dolores así.

Quizás esa persona que tanto echamos de menos esté en cada arcoíris o en las 11:11 que vemos por casualidad, como diría la Vecina Rubia.

 

Diana R.