PERDIMOS LA CASA, PERO NOS RECUPERAMOS A NOSOTROS
Mi pareja y yo no teníamos mucho. Aun estábamos pagando el coche y no teníamos prácticamente nada a nuestro nombre. Lo único que teníamos era la casa.
La compramos con muchísimo esfuerzo, recibiendo negativas de todos los bancos para la hipoteca, ahorrando lo imposible con el sueldo que teníamos y haciendo muchas renuncias, pero por fin la conseguimos.
Íbamos algo apretados, pero al menos ya no teníamos que sufrir por el alquiler, hubo muchos gastos derivados que nos hicieron estar varios meses mal, pero todo estaba empezando a volver a su cauce y eso nos hacía felices.
La tranquilidad duró poco, porque echaron a mi pareja del trabajo. La empresa iba mal, tuvieron que recortar plantilla y le tocó a él.
Con su paro y mi sueldo no llegábamos bien, buscó trabajo a la desesperada, pero no salió nada, enseguida se amontonaron las deudas y, casi sin darnos cuenta, no podíamos pagar la hipoteca.
Entre nosotros la cosa estaba fatal. Discutíamos por todo, yo le culpaba por no tener trabajo y dejarme a mi con todos los gastos, él me recriminaba que lo estaba intentando y que la situación tampoco le gustaba. Todo se fue tensando y acabamos de muy malas maneras. Una tarde gritamos tanto que alguno de nuestros vecinos llamó a la policía y nos picaron a la puerta.
Pasamos mucha vergüenza, pero eso no arregló nuestra rabia. Seguimos muy enfadados con el otro, sin mirarnos ni hablarnos, solo para temas de la casa. Y un día, llegó el aviso de que nos la iban a quitar.
Ese día lloré mucho, tuve ansiedad y discutí muy fuerte con mi pareja. No sabíamos cómo habíamos podido llegar a esta situación, pero ya no podíamos salir, porque, aunque él encontrase trabajo, debíamos ya tanto dinero que no era posible pagarlo con su sueldo.
Nuestras familias no podían ayudarnos y era cuestión de tiempo que nos quedásemos en la calle, con mucha deuda a nuestras espaldas. De verdad que no entendía como mi vida se había ido al traste en tan poco tiempo y sin poder hacer nada al respecto. La relación con mi pareja estaba rota, me quedaba sin casa, me había convertido en una morosa y estaba hasta arriba de deudas.
Nos llegamos a plantear ocupar la casa, estaba cansada de escuchar que lo hacía todo el mundo y que les salía bien, así que lo hablamos un par de veces, pero finalmente decidimos que era mejor agachar la cabeza, marcharse e intentar que la situación no acabase peor de lo que estaba.
Llegó la fecha límite para irnos y todo fue un mar de lágrimas y reproches. Mi pareja se iba a ir al pueblo con sus padres y yo me iba a quedar un tiempo en casa de mi hermana, hasta que pudiera recuperarme económicamente, así que hicimos las mudanzas y ni si quiera nos despedimos.
Cuando llevábamos unos meses separados, llegó mi cumpleaños. Yo no tenía ningunas ganas de celebrarlo ni dinero para montar nada, así que ese día estaba amargada y triste. Todo el mundo me felicitaba por Instagram y Facebook, pero tenía muy pocas ganas de hacer nada y ni si quiera me saqué el pijama.
Así que imaginaros mi sorpresa cuando picaron al timbre y era mi pareja.
Había venido des del pueblo para estar conmigo, con flores y un par de detallitos. Me hizo tanta ilusión que empecé a llorar y le abracé hasta que pude relajarme.
Estuvimos paseando y hablando toda la tarde. Después nos fuimos a cenar fuera y al llegar a casa, decidimos darnos otra oportunidad.
Toda la situación de la casa nos había pasado mucha factura y había muchas tensiones y rencores entre nosotros, pero acordamos dejarlos a un lado y luchar juntos.
Tuvimos que esperar un tiempo hasta que él encontró trabajo y pudo volver. Después empezamos a buscar un piso pequeño y asequible para los dos, para recuperarnos como un equipo.
Ahora que no teníamos la angustia y el problema de la casa, todo fue mucho más fácil. Nos entendíamos mejor, hablábamos las cosas, nos escuchábamos y nos apoyábamos. Parecía que nos había hecho falta perderlo todo y separarnos para darnos cuenta de que teníamos lo más importante: el uno al otro.
Nuestra situación, hablando claro y pronto, fue una mierda durante bastante tiempo. Muy precaria y sufriendo por las deudas, apretados y empezando el final de mes a día 5, pero parece que pronto nos van a poder unificar la deuda y podremos ir más desahogados.
La peor etapa de mi vida, me acabó trayendo lo mejor de mi vida. A día de hoy nuestra relación está mejor que nunca y aunque perdimos la casa, nos recuperamos nosotros.
Anónimo
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