No por ser culturista eres menos mujer

 

Esta es una de las muchas historias que le han sucedido a mi amiga Natalie (nombre ficticio), culturista e instructora de baile. En otras ocasiones no las he presenciado, pero vengo a hablaros de esta en concreto porque tuve la suerte (o la desgracia) de estar con ella en el momento de los hechos.

Natalie quería ir a un pequeño mercadillo que habían puesto, como todos los sábados, en el pueblo costero donde estaba viviendo, y me pidió que le acompañara. Tenía ganas de comprarse algunos anillos para completar sus looks, así que decidió pararse en uno de los puestecillos de bisutería. Mientras ella se entretuvo ojeando los anillos, yo me fijé en los colgantes y hubo uno que me hizo mucha gracia y que creí perfecto para ella: era la silueta de un hombre musculoso levantando pesas. Lo señalé y me giré hacia mi amiga:

— Mira Natalie, este para ti —bromeé.

— Sí, yo me lo llevaría si fuera una mujer —respondió feliz.

Hasta aquí, todo normal, pero no nos esperábamos que el dueño del puesto se metiera en nuestra conversación:

— Sí, se ve que tú haces mucho ejercicio —dijo en un tono algo malicioso.

— Hombre, es que ella es culturista —intercedí por mi amiga, ya que ella es extranjera y se defiende en español a duras penas.

— Pero ya tiene que parar, que ya tiene cuerpo de hombre.

A pesar de que, como comentaba, Natalie no se defiende muy bien en español, las palabras de ese malnacido las entendió perfectamente. No os puedo llegar a describir con palabras la cara con la que mi amiga miró a ese hombre…

— Es que así ya no está guapa —continuó el sinvergüenza—, con ese cuerpo de hombre.

Natalie no supo qué decir, las palabras se atascaron en su garganta.

— Natalie, vámonos —cogí a mi amiga del brazo y la alejé de la incómoda situación—, que ahora, por gilipollas, este tío se va a quedar sin la venta de unos cuantos anillos —añadí en voz alta para que se enterara.

Aunque mi amiga quisiera ocultarlo y quisiera quitarle hierro al asunto, pude ver cómo le afectaban esos comentarios que tan harta estaba de escuchar.

Nos fuimos del mercadillo con ella sintiendo la necesidad de argumentarme que no se siente menos mujer por el hecho de ser culturista y preguntándose por qué le dicen que tiene cuerpo de hombre cuando, hasta donde ella sabe, no tiene un pene colgándole entre las piernas (palabras de ella).

No por ser culturista eres menos mujer

Yo, por mi parte, me preguntaba por qué la gente siente la absurda necesidad de meterse en asuntos que no les importan, que no les conciernen, de valorar el cuerpo de otras personas por estar más o menos delgado o por estar más o menos musculado cuando mi propia amiga, a pesar de estar metida en el mundo del fitness y culturismo, es fiel defensora del movimiento body positive y postea en sus redes sociales frases del tipo:

 

«¿Qué es la feminidad?

Para mí, una mujer es femenina simplemente por el hecho de ser una mujer: si es coqueta o no, delgada o curvilínea, si tiene senos o no…

No me importa la talla o cualquier otro criterio físico. Una mujer es femenina.

Una mujer es hermosa cuando se asume a sí misma.»

 

Lo peor es que no es la primera vez que mi amiga sufre con este tipo de acoso y, por desgracia, todas sabemos que tampoco será la última.

Porque puede llegar a empeorar más, si cabe, cuando se enteran de que Natalie es lesbiana y su pareja es una mujer. Porque achacan su «falta de feminidad» a su orientación sexual.

Es muy triste que una mujer, sólo por el hecho de ser mujer, tenga que soportar que le digan cuánto músculo es suficiente para ella y a partir de qué punto ya se considera que no está guapa; pero, por el contrario, los hombres pueden demostrar lo hombres que son a base de engordar sus músculos hasta el infinito y más allá. Porque en ellos sí está bonito, porque el músculo hace al hombre, ¿no?

 

Anónimo