Me es imposible dormir acompañada…

Y eso estuvo bien por un tiempo, mientras era joven, soltera y podía escabullirme de cualquier cama o echar al invasor de la mía. ¿La razón? La verdad me molesta todo, tengo un sueño muy liviano y si la persona a mi lado siquiera respira, me despierta. Y además me es muy difícil conciliar el sueño de nuevo después de que me he despertado. Si respira y me despierta, imagínense si se mueve, si ronca, o si me pone un brazo o una pierna encima. Es una pesadilla.  Cuando me enamoré de mi amado esposo, no me pesaba tanto pasar la noche con él porque dichas noches eran eventuales, solo los fines de semana y por lo general con un par de cañitas encima. Imaginaos, las cañas encima y bien follada, dormía como bebé. 

La cosa se nos complicó cuando nos casamos. Con eso de que tengo el sueño tan liviano, no estoy acostumbrada a dormir con estímulos, los evité siempre, a toda costa, y resultó que mi marido no podía dormir sin el televisor en la habitación. ¿Problema? Para nada, para mi fue la excusa perfecta para salirme del cuarto y dejar de compartir habitación. 

Al principio él se negó, le pareció una locura que, estando recién casados, durmiéramos en habitaciones separadas, pero después de convencerlo de hacer la prueba por una semana, nos dimos cuenta de que definitivamente era lo mejor para nuestra relación. Imagino que, por estar bien descasada, estaba de mejor humor y pues él lo notó. El sexo tampoco fue problema, no tenemos una habitación roja como en cincuenta sombras de Grey, pero cuando alguno quiere, se acerca a la habitación del otro y listo. 

Comenzamos a tener incluso más sexo así que cuando compartíamos habitación, probablemente porque ya no peleábamos… y todo ese sexo dio como resultado un embarazo. Aun así seguimos durmiendo separados porque así lo quería yo, mis horas de descanso no era algo que estuviese dispuesta a sacrificar por nada del mundo… hasta que llegó el bebé. 

Desde un principio me mentalicé a como seria mis noches como una madre que da pecho, si me quitaba el sueño el más mínimo ruido, imagínate que te mastiquen el pezón. Aguanté estoica por dos largos años de mi vida, hasta que cumplidos los 24 meses, le quité la teta a mi hijo. Si se esperaban aquí la parte donde les digo que recuperé mis noches de sueño, seguirán esperando. Aun sin la teta, mi hijo se rehúsa a dejar mi cama, ya no toma pero bien que se entretiene “sintonizando” con mis pezones como si intentara coger la señal perfecta de radio, y a la fecha, cuatro años después, ha sido imposible sacarlo de mi cama, lo que termina de la siguiente manera: yo duermo en la suya donde apenas quepo. 

Porque si, es mi príncipe y lo adoro, pero que el simple hecho de tener alguien a mi lado me quita el sueño de raíz y ya me resigné a que no hay como cambiarlo. Entonces mis noches van más o menos así, lo duermo en mi cama y me paso a la suya, se despierta un par de horas después y se pasa conmigo, en cuanto se duerme yo vuelvo mi cama, y el proceso se repite una seis veces en lo que mi esposo bautizó como el baile de las camas. 

No es tan malo como suena, duermo un par de horas de forma intermitente, que es mejor a no pegar el ojo en toda la noche, porque me es absolutamente imposible poder compartir la cama. Lo que sí hago un par de veces a la semana por mi salud mentar, es ponerlo a dormir con su papá, para que mami pueda recargar energías. 

 

Anónimo

 

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