Que el coronavirus ha sido una época especialmente para los solteros es una realidad. Mis miles de conocidos que se han encontrado en esta tesitura me lo confirman. Y eso que os hablo de solteros “Emocionalmente estables”. No me quiero ni imaginar lo que pasará con aquellos cuya única misión en la vida es coleccionar amantes y experiencias entre las sábanas. Para estos la abstinencia obligada debe haber sido una GRAN PUTADA. ¿Y qué pasa entonces cuando acaba el confinamiento y por fin vuelven a ser libres? Que los juntan en el reality más hot de Netflix y nos ofrecen una segunda temporada que te mantiene enganchada programa tras programa.

Uno de los culpables de no poder apartar la vista de la TV

Para las que os perdisteis la primera temporada, os cuento que ‘Jugando con fuego’ consiste básicamente en juntar en una isla paradisiaca a 5 chicos y 5 chicas que lo único que buscan es fiesta, sexo y diversión. Sin ningún interés por el compromiso ni por las relaciones estables. ¿Lo mejor? Que los pobres llegan engañados pensando que van a vivir unas vacaciones de ensueño, pero la primera noche les lanzan el bombazo. Está totalmente prohibido cualquier contacto sexual, tanto en pareja como en solitario. Y cada vez que se salten las normas, se descuenta dinero de un bote de 100.000$, el cual en esta edición sólo se podrá llevar 1 concursante, el que consiga evolucionar más a nivel emocional.

La manita relajá amigo

Os podéis imaginar las reacciones cuando les sueltan la bomba ¡Me encanta ver sus caras en ese momento! Sí, lo sé, suena cruel. Pero me froto las manos sólo de pensarlo. Eso sí, al contrario que la primera temporada, los concursantes de este año se han superado con creces. ¡Sólo la primera noche ya palmaron 20.000$! ¡Madre mía! ¡Qué daño ha hecho el confinamiento! Pero esto promete, no hay duda.

¡Qué empiece lo bueno!

El principal objetivo es conectar con alguien emocionalmente antes que sexualmente, y para ello, realizan varios talleres que les ayudan en este proceso. Este año sí que he notado que ha habido menos trabajo personal que en la temporada anterior, pero es que el calentamiento global de estos concursantes no había forma de controlarlo. Y si encima el programa te pone trampas y retos continuamente, no hay quien pueda aguantarse. Hubo un momento en el que juro que pensé, que en esta edición se quedaban sin premio. ¡Pero si son incapaces de aguantar 24h sin ningún tipo de contacto! Aunque siendo sinceras, si hasta yo entraba en calor desde casa, no me quiero imaginar conviviendo con ellos en la casa. Y es que por eso está considerado el reality más hot de Netflix.

¡Madre de Dios santísima!

Lo que más me gusta siempre de este programa, es ver cómo algunos de ellos consiguen deshacerse de la mochila emocional con la que cargan. Un programa así no hace milagros, está claro. Nada comparable con años de terapia. Pero al fin y al cabo reflejan que TODO EL MUNDO tenemos miedo, heridas abiertas e inseguridades, y de lo importante que es tener una buena salud emocional. No puedo evitar sentirme identificada con alguno de ellos. Quizás soy una idealista que vive en los mundos de yupi. Pero me gusta pensar que todos podemos mejorar si trabajamos en ello.

Un brindis para los que lo consiguen

En resumen, no es que vayáis a aprender nada interesante, pero viviréis una tensión eterna viendo cómo cada uno de los concursantes llegan a límites insospechados. Aunque lo único que pensarás continuamente es: Uy, 3.000$ menos, uy, esto os va a costar 20.000$… Te convertirás en una calculadora andante intentando adivinar cuánto cuestan los roces más caros de la historia.

¿Y vosotr@s? ¿Habéis caído ya en el reality más hot de Netflix?

Pd: ojalá empiezan a tener más diversidad en este tipo de realities, lo suplico. GRASIAS.

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