Yo hace años que reniego de los realities, pero soy débil y caí de bruces con la Isla de las tentaciones. Tanto, que juré que nunca más volvería a engancharme a una droga tan dura. Pues bien, otra vez vuelvo a pecar. ¡Y de qué manera amigas!  Pero esta vez lo hago de la mano de mi amigo Netflix y su reality más hot hasta la fecha: Jugando con fuego.

Pondría la mano en el fuego y no me quemaría si os digo que seguro que el 80% de vosotras lo conoce. Y si no lo conoce, lo hará en las próximas horas. Os lo aseguro. Entre otras cosas porque es el nº1 más visto en España ahora mismo, así que por algo será. Cuando yo vi el tráiler pensé que era una auténtica patraña, pero Netflix es muy cabrón y me mandaba mensajes subliminales todo el día. Así que finalmente me animé a darle una oportunidad a este reality tan hot. Vamos, que jugué con fuego y no sólo me quemé, si no que me inmole viva y me zampé los 8 capítulos en menos de 24 horas.

Sorry, not sorry

Os pongo en antecedentes para que entendáis mi debilidad. Una isla paradisíaca, 5 hombres y 5 mujeres promiscuos/as y que no creen en las relaciones. A cuál más impresionante. 1 mes por delante y muchas ganas de pasarlo bien. ¿Qué te puedes esperar? Sexo, sexo y más sexo. Vamos, todo el calentamiento global concentrado en unos cuantos metros cuadrados. Pues bien…MECCCCC…el paraíso tiene un precio, y ese precio es que está prohibido cualquier acercamiento sexual, el sexo y autosatisfacerse.

Os podéis imaginar mi cara cuando lo vi. What the fuck? Really? ¿En serio pones a 5 tíos de toma pan y moja cerca de mí y esperas que retenga la bestia que llevo dentro? ¡Y ya no sólo eso! ¿En serio me estás diciendo que no puedo ni llorar las penas conmigo misma? ¿Estamos locos o qué? ¿Qué necesidad hay de pasar este calvario? Pues bien, ni más ni menos que la necesidad de conectar con alguien emocionalmente antes que sexualmente.

Ajá….

No tienes más que ver sus caras cuando nuestra amiga Lana (Un maravilloso robot tipo Alexa), les dio la buena noticia. Y vamos, os aseguro que, si hasta yo me ponía a mil sólo de verlos, no me puedo ni imaginar lo que sería vivirlo. Y es que seamos sinceros, lo mejor de la tentación es caer en ella. ¿Cómo pretendéis conseguir que 10 caballos desbocados entren en vereda? Pues con la posibilidad de ganar 100.000€ si lo consiguen.

Bueno venga, visto así, quizás con una ducha fría nuestros potrillos son capaces de resistir. Pero si todos tenemos un punto de no retorno, imagínate esos que están acostumbrados a follar cada día con quién quieren y cuando quieren. ¿Y qué pasa cuando llegas a ese punto y no frenas? Pues que te quitan dinero del premio. Vamos, una putada en toda regla. Los besos y los polvos más caros de la historia de la humanidad.

3.000€ menos pa la saca por un beso de nada….

Pero no todo iba a ser tan malo, que los productores han sido súper majos y les han puesto talleres psicológicos y todo para ayudarles en este duro proceso. Vamos, que esto en el fondo es un club de adictos al sexo anónimos (aunque dudo que sigan siendo anónimos después de esto) en toda regla.  Y yo ahí, enganchada a la pantalla y con esa emoción de: ay ay ay ay, que caen que caen…uyyy….no….lo han conseguido.

En fin, que sí, soy débil, pero ha merecido la pena. El fondo del reality me parece de lo más profundo. Puedes ver que detrás de toda esa superficialidad, hay algo más. Y al final, TODOS, venimos con nuestra mochila llena de miedos, complejos, dolor y experiencias dolorosas que nos hacen ser quien somos. Y este reality, ha intentado precisamente ahondar en esta profundidad emocional con los participantes. Que yo no sé si lo habrá conseguido, porque estoy segura de que más de uno ha fundido la cama al salir de allí, pero intentarlo, lo han intentado. Y es que por eso es el reality más hot de Netflix.

Oh yeah!