Nos dio por follar en la piscina y pillamos cotilleando a la vecina

 

¡Joder con el cambio climático! Menudo calorón que está haciendo.

Mira que estábamos avisados, pero es que yo creo que hasta Al Gore está sorprendido de la que nos está cayendo este verano.

Qué suerte para los que les gusta el calor, enhorabuena. Pena de mí, que lo llevo fatal. Yo soy más de frío. De abrigarme hasta la punta de la nariz para salir a la calle, de dormir con dos nórdicos encima, la mar de a gustito.

Yo es que con más de 30 grados no soy persona. No puedo salir, no puedo trabajar, no puedo hacer las tareas del hogar. De verdad, es que con este calor no tengo ganas ni de chuscar.

Es peor que eso. Tener sí que tengo ganas, pero no puedo. Ni tengo la energía necesaria ni soporto tener otro cuerpo caliente y pegajoso encima. Ni debajo ni de medio lado.

Estábamos el otro día cenando casi a medianoche en el jardín cuando se lo dije a mi novio.

Era la primera vez que salía de mi casa en dos días y no me había atrevido a hacerlo hasta que noté que bajaba la temperatura unos grados bien agradecidos, aunque claramente insuficientes.

Yo: ‘Illo, las ganas que tengo de echar un polvo y que no quiero que me toques ni con un palo. ¡Puto calor!’.

Él: ‘Ya, tía’.

Yo: ‘Puff…’

Cri-cri, cri-cri.

Él: ‘Ahora mismo no se está tan mal’.

Yo: ‘Ni de coña lo vamos a hacer aquí, a la vista de la mitad de los vecinos. Que te veo venir’.

Él: ‘Dentro de la piscina quedaría bastante disimulao’.

Cri-cri, cri-cri.

Yo: ‘Voy por el bikini’

 

Nos dio por follar en la piscina y pillamos cotilleando a la vecina

 

A ver, creo que es importante destacar que vivimos en una casa adosada de dos plantas, rodeada de otras casas de dos plantas, cuyos jardines se separan unos de otros por una vaya metálica que cada uno ha tapado como le ha dado la gana. Cuando nos mudamos el de la derecha ya tenía la típica malla de tela marrón. Y en el lado derecho tenían una buganvilla muy mona que no tapa del todo ni deja mucha intimidad, pero que hace muy bonito. Por otro lado, quiero informar también que la piscina es una de estas desmontables. Un rectángulo de 4×2 y un metro de altura, básicamente porque lo que yo llamo jardín es más bien un patio enano y allí no cabe una piscina en condiciones ni aunque tuviéramos el dinero para instalarla.

Como esto pero, pero en económico

Total. Son como las doce de la noche, hay muy poca luz, estamos a unos 35 grados, corre algo de brisa y, aunque el agua está caldosa, pues mira… ni tan mal.

Nos acoplamos en una esquinita, nos damos unos besitos… comprobamos que no se ve a nadie en las ventanas de la primera planta ni luces en los jardines contiguos…

Intentamos ser lo más discretos posible, lo cual fue complicado porque había mucha ansia acumulada. Logramos reducirlo a un chapoteo rítmico y al gemidito que se me escapó a mí cuando me corrí.

Nos quedamos unos segundos recuperándonos dentro del agua y, justo cuando me estaba poniendo la parte de abajo del bikini para salir, oímos que se abre la puerta del salón de la casa de la buganvilla. Mi novio y yo nos miramos con cara de ‘uy, por los pelos no nos pilla en pleno clímax’ y entonces escuchamos al vecino decir: ‘Joder, Mari, qué susto. ¿Qué haces ahí a oscuras?

 

Nos dio por follar en la piscina y pillamos cotilleando a la vecina

 

La Mari, colega, que llevaba un rato viendo un espectáculo por el que no había pagado entrada. Pues la Mari se levantó de la mesa que tiene pegada contra la parte menos tupida de la buganvilla, empujó al marido hacia la puerta y se metió dentro.

Nosotros íbamos a morirnos de la vergüenza, pero al final optamos por morirnos de la risa, porque la verdad es que la situación no era para menos.

 

La vecina de la Mari

 

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