Las segundas oportunidades no existen, decimos mientras estamos dándonos la decimoquinta a nosotras mismas.

“Las personas no cambian” pero aquí somos tan distintas a lo que éramos hace exactamente 365 días.

Heráclito decía que todo fluye, nada permanece y que nunca te bañarás dos veces en el mismo río. Tampoco te acostarás dos veces con la misma persona aunque te acuestes con tu pareja durante años y nunca serás quien eres ahora mismo mientras lees esto.

Que te rompan el corazón es el dolor más profundo que probablemente hayas experimentado. Rompe con tu “yo” interno hasta llegar a culpabilizarte por absolutamente todo, dejar de quererte y ver como una mera espectadora tu vida desmoronándose.

No vengo aquí a negar que existen personas que hacen daño queriendo, que no van a cambiar su parte más cabrona porque su egoísmo vale más. Pero es cierto que hay quienes se dan cuenta de sus errores y quieren ser mejores personas, que han visto el precio que han pagado y no están dispuestas a volver a reembolsarlo, que se han sentido perdidas y que han dudado de todo lo que tenían y/o querían.

He hecho una división muy contundente en dos bandos, pero no hay blanco o negro, el mundo está lleno de grises y hay tantos amores como personas existen.

A veces es exactamente la persona que nos rompe el corazón la única capaz (en ese momento) de llevarnos de la mano desde sus errores hasta su arrepentimiento.

La que no promete con palabras sino demuestra con hechos que su corazón se rompió en el mismo momento que hizo que el tuyo también se rompiera y a pesar de saber que no puede retroceder en el tiempo, hace todo lo que puede por volver a componerte a base de dedicación y esfuerzo.

Es más, es quien se atreve a soltarte para que busques consuelo lejos de su lado porque reconoce que tu amor ya no le pertenece y no se lo merece.

En otras ocasiones es insostenible curarte al lado de la persona que te dio la hostia y te puso de vuelta a la cruel realidad. Pero no por eso hay que dejar de ver que esa persona es quien nos da las herramientas para volver a reconstruirnos.

¿Cuáles son esas herramientas?

 

  • El perdón

 

El perdón hace que dejemos a un lado la venganza y el rencor para caminar sin sentimientos negativos por la vida. Ser capaz de perdonar a quien te hizo daño significa que sabes perdonarte a ti misma y así te liberarás de la culpa. También sabrás volver a creer en alguien y confiar.

  • Buscar una respuesta no te hará sentir mejor 

Por muchas respuestas que esa persona te dé y explicaciones te darás cuenta de que no te hacen sentir mejor ni te curan. Es más llegará un momento que no te importe saber las respuestas de todas las dudas que te han rondado por la cabeza.

  • Nada es para siempre

Todo puede romperse en un sólo segundo y la relación que teníamos tampoco era la misma que la del principio, todo ha estado cambiando aunque quisieras aferrarte a los momentos en los que fuiste muy feliz. También te darás cuenta de las amistades que están o no a tu lado mientras pasas este duelo.

  • Aprendes a quererte más y mejor

La persona que no te priorizo te enseña que tú tampoco debes poner a nadie por delante de ti y entonces ocuparás el primer puesto en tu vida.

  • Te darás cuenta de que eres más fuerte y valiente de lo que pensabas

Cuando alguien te ha hecho sentir cobarde y diminuta te está dando el punto de partida para que todo lo que hagas después por ti misma te haga sentir todo lo contrario. Entonces entenderás que eres mucho más fuerte de lo que jamás imaginaste.

La persona que te ha roto el corazón te habrá enseñado a ser más exigente, a quererte más y a valorar lo inmediato sin pensar siempre en planes a medio/largo plazo.

Lo mejor que puedes hacer es dar las gracias a esa persona por darte todas las herramientas para repararte a ti misma y convertirte en la persona que siempre quisiste ser.

Eso sí, no olvides dejar de rascar y arrancar la costra porque sino la herida tardará mucho más en cicatrizar.

Rebeca Martín

www.rebeca-martin.com