Vengo a contaros mi historia, porque es digna del mejor guionista de películas de humor…

Hace casi un año me separé.No puedo negar que he tenido un romance de por medio, pero nada que pueda considerarse auténticamente una relación. El caso es que desde agosto más o menos le di una oportunidad a Tinder. No fue mal la cosa, lo único que los chicos que conocí son ahora algo así como mis mejores amigos, no me arrepiento, al contrario… Desinstalé y reinstale la app no sé cuántas veces.

Hace cosa de un par de semanas decidí darle una oportunidad a Badoo y a POF. Pof es una app bastante aburrida en mi opinión, pero apareció un chico, el feeling era algo que se masticaba… Hablamos de quedar, estábamos a tope, nos entraban los calentones de la muerte. Casi al mismo tiempo apareció por Badoo otro chico, las noches en su compañía eran brutales, hablábamos de todo, yo súper feliz de la vida, dos tiarrones con ganas de conocerme.

El caso es que el de POF de la noche a la mañana desapareció y pensaréis ¿Por qué ni una llamada o algo? Pues porque soy de las que pasa de whatsapp, yo doy el telegram y luego ya veremos, no me gusta coleccionar números. Sin embargo, el de Badoo si lo tenía por whatsapp. Hablábamos a todas horas, me desvelaba por acompañarlo en sus noches de trabajo, era genial todo. Decía que no podía esperar más a verme, que tenía unas ganas locas de abrazarme y yo con el coño haciendo palmas, porque obviamente, la pepitilla se montaba su juerga… Quedamos en vernos el viernes un poco para romper el hielo y el sábado ir al cine. Vendría un amigo más con nosotros (soy mal pensada y si me dejan tirada al menos no me como sola la sesión de cine, que no estamos para gastos), todo le pareció bien. Pero yo, bruja de mí, el jueves noté algo en mis entrañas y le dije a mi colega, este me da plantón… Como os imaginaréis, el viernes no apareció y el sábado… Bueno, lo del sábado ahora os lo cuento…

Mi amigo y yo fuimos al cine y luego le dije de ir a un bar. Decidimos que el bar heavy por excelencia de la ciudad sería un buen lugar. De camino le dije a mi amigo que como nos encontrásemos con otro chico que ha desaparecido del panorama (tendrá novia queremos suponer) o el susodicho llamado R. que me iba a partir la caja. Llegamos al bar, nos tomamos un chupito y nos vamos a una mesa… Cual es mi sorpresa que miro al lado y veo que entra por la puerta el señor R. Él no me esperaba allí porque yo le dije que no era un bar que frecuentaba, y no paraba de mirarme y yo claro, le miraba. Miré Badoo, no se había conectado desde hacía unos min, pero Badoo te chiva con quien te cruzas, aunque al no estar online no saltaba. Le mandé un mensaje que decía literalmente: O estás en el Bar X o tienes un doble…

Desde donde yo estaba le vi coger el móvil, pero claro, no hace falta abrir conversaciones para leerlas. Cuando ya casi nos íbamos apareció un amigo con sus colegas, le conté toda la historia y digno de un buen colega me dijo: ve y dile algo, que si se pone tonto yo estoy aquí.

Y ¿Qué hice? Tomarme otro chupito y hablar con él. Le abordé, le saludé, diciendo su nombre, me dijo: No.

Cada pregunta que le hice su respuesta fue un NO, pero obviamente sí era él.

Nos tomamos otro chupito a su salud, gritando bien fuerte para que lo escuchase, el brindis fue: ¡Por aquellos que dicen que no son, pero que sabemos que sí son!

El domingo cual es mi sorpresa que Badoo me dice que me he cruzado con R. Gracias Badoo por la confirmación oficial.

A todo esto, el viernes empecé a hablar con otro chico, yo tenía tal cabreo por lo sucedido (porque en dos semanas dos plantones) que le dije de quedar y sorpresa, dijo que sí. Me planté en su pueblo y fue la puta mejor tarde de todo mi 2018. Dicen que cuando una puerta se cierra se abre una ventana y empiezo a creérmelo.

Ha sido, sin duda, uno de los mejores fines de semana de mi existencia. Jamás había experimentado un plantón, pero al final la noche salió redonda, me pegué unas risas enormes y el susodicho no pudo pasar más apuro. Así que chicas, a por todas, la dignidad no se pierde con un plantón, la perdemos con nuestra actitud.

Ainhoa Bodalo

 

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