• Barbie y el cascanueces supera a Sorrentino

Soy consciente de que este post generará críticas entre los seguidores más fieles de Filmin, pero ya no puedo soportar más esta carga que llevo dentro. Tengo que reconocer que no soporto el cine de culto.

Mi novio es un apasionado del cine y no sabéis la de pelis larguísimas que he visto por amor. Por la tele de mi salón han desfilado todos, desde Jodorosky a Cronenberg, pasando por Waters. Estos directores de cine no sólo me han quitado tiempo, sino que también me han quitado espacio en casa, ya que mi cinéfilo novio guarda muchos DVDs en formato físico. Es por esta razón, que cuando miro fijamente a alguna estantería de mi casa estas parecen cobrar vida (en plan la Bella y la Bestia) y echarme en cara que no soy lo suficientemente lista para ver una p*ta película. 

La verdad que esta situación hace que cada vez me dé más pereza ver pelis pero es algo inevitable cuando voy a casa de mis sobrinas. Las niñas están en plena fase Disney y todo el entorno estamos sufriendo las consecuencias. 

El otro día, por ejemplo, pusieron Barbie y el Cascanueces y yo tuve una epifanía mientras estaba sentada en la alfombra. Entre palomitas y algodón de azúcar me di cuenta de algo que cambiaría el transcurso de mi vida para siempre. Acababa de descubrir mi tipo de película, que se adaptaba al nivel de concentración que tengo después de hacerme usuaria de TikTok y cuyo argumento no tenía segundas interpretaciones. Era solo eso, Barbie y el cascanueces. 

No había planos contrapicados ni desarrollo psicológico de los personajes, sólo una historia (que al contrario de lo que sucede en la vida real) siempre acaba bien. 

Y me di cuenta de que no quería pasarme los fines de semana viendo tremendos dramones para los que necesitas leerte el Ulises de Joyce como tarea previa. Quería ver pelis de sobremesa de Antena 3, en las que una exitosa abogada regresa a su Vermont natal para celebrar la Navidad y termina enamorándose del farmacéutico del pueblo. 

No os hacéis una idea de mi ilusión cuando descubrí la existencia de @PeliDeTarde, una cuenta dirigida a defender este tipo de contenido audiovisual tan maltratado. 

Las películas chorras nos hacen reír, nos acompañan en las tristes tardes de domingo y lo más importante, nos recuerdan la existencia de los finales felices.

Por estas razones, defenderé (con mi vida si es necesario) las películas cruelmente calificadas como vacías o “simples”, de los ataques diarios que sufren. 

Desde mi punto de vista, ver una película iraní de 4 horas de duración en su idioma original no te hace más listo, ni seguramente te haga sentir mejor después. Por eso os invito, compañerxs de este viaje que es la vida, a dejar de juzgar a una persona por sus gustos en general, aceptando las bondades que una buena peli de tarde puede ofrecer.

Espero también que este texto llegue a mi maravilloso novio, conmoviéndole lo suficiente como para liberar al menos una j*dida estantería del salón.

 

Barby