La primera vez que me animé a viajar sola fue en el año 2008. Salía de una ruptura con muchas ganas de conocer nuevas caras y nuevos paisajes. El destino elegido fue Berlín. Había oído millones de recomendaciones sobre la vanguardia y el arte que escondía esta ciudad alemana. Sin duda, fue una de las mejores decisiones que he tomado hasta este momento.

Ya tengas 20 o 30 años, o acabes de cumplir los 60, viajar sola nos aporta crecimiento personal. Las decisiones que tomas en el camino, las tomas tú. Tú eres tu propio destino. Y aunque la idea de la soledad puede provocar algo de miedo a la incertidumbre, a encontrarnos con situaciones imprevistas en las que tengamos que desarrollar nuestra capacidad de adaptación, viajar sola es volar libre.

Si te planteas iniciar este viaje en solitario, quiero dejarte por aquí algunos consejos que a mi me funcionaron.

Lo primero que hice antes de comenzar mi viaje, fue investigar muy bien el lugar donde quería ir. Está muy bien dejarnos llevar por las callejuelas antiguas y céntricas de una bonita ciudad. Pero también tenemos que conocer dónde se sitúan los lugares de interés, como museos o sitios turísticos, así como reconocer su red de transporte o los supermercados más próximos a tu residencia. Con esta información puedes planificar qué quieres o cuándo quieres hacer las visitas a esos rincones que tienes a tu alcance por recorrer.

Prepara tu maleta con lo justo y necesario. Asegúrate de llevar la ropa indicada para el clima de tu destino, suma un buen calzado deportivo que te permita ligereza en las largas caminatas. No cargues tu mochila de cosas innecesarias. Ten siempre presente tus objetos personales, ten cuidado de no olvidar o dejar solas tus pertenencias. Personalmente, no me gusta ser desconfiada, pero es evidente que hemos de ser conscientes y responsables.

Aunque internet es la gran aliada para no perdernos, en 2008 no había tanta facilidad, así que yo opté por disponer de un mapa para orientarme. Hoy sigo apropiándome de uno en cada una de mis rutas. Sí lo reconozco, soy una nostálgica. No pierdas tampoco la oportunidad de hablar con las personas residentes del lugar. Descubrirás parajes secretos que solo suelen conocer la gente que vive en esa localización. Aprovecha para practicar idiomas, sal de tu zona de confort. Muchos de mis recuerdos más entrañables son compartiendo mis momentos con estos nuevos colegas de ruta.

Podría hablarte mil horas sobre todas las cosas buenas y bonitas que me aportan los viajes que hago en solitario. Pero sinceramente prefiero que tú misma lo descubras, luego me lo puedes contar. Sé siempre tu mejor compañía.

Rebeca Baena