Primera vez con un tampón, spoiler: sale mal.

 

Ahora en mi edad adulta comienzo a rememorar los veranos que he vivido y con el permiso de una de mis mejores amigas (como si fuera mi hermana) os vengo a contar la historia que nos pasó con la primera experiencia utilizando un tampón.

Tendríamos alrededor de doce o trece años y nos fuimos a pasar unos días a una pequeña aldea de un pueblo de mi ciudad. Os prometo que la aldea estaba compuesta por cuatro calles largas y un bar. Fin. Campo, animales y personas mayores a tutiplén.

Dentro de esa experiencia rural nos surgió un PLANAZO. Dos chicos que vivían en el pueblo nos habían invitado a ir a su piscina y obviamente teníamos que ir sí o sí, solo que nos encontrábamos con el problema de que mi amiga tenía la regla, pero teníamos la solución: un tampón y a la piscina que nos vamos.

Ay amiga, quién me iba a decir a mí que pasaría lo siguiente…

Cuando nos quedamos solas en la casa nos metimos las dos en el baño, yo como maestra en poner tampones (cuando me habría puesto 2 o 3 contados en mi vida) y mi amiga como aprendiz. Le expliqué la teoría de cómo ponerte un tampón, pero parece que a mi amiga se le atragantó la práctica. Se tuvo que poner un espejo, sí, lees bien, un espejo debajo del chichi porque decía que ella no encontraba ningún agujero para poder meter eso.

Ahora mientras escribo esto no paro de reírme porque me parece surrealista.

En esto que mi amiga comienza a ponerse el tampón y la veo blanca, pero blanca como la que ha visto un fantasma y me dice “me estoy mareando”. Veo que se le vuelven los ojos hacia atrás como si de la niña del exorcista se tratase y que se va de espaldas al suelo, bueno, concretamente al pico de la ducha. Corriendo la cogí de los brazos, pero no podía con ella y el golpe se lo llevó, pero menos mal que fue con la pared y no con todo el pico de la ducha porque se habría abierto la cabeza.

Resumen: mi amiga desnuda con el tampón y el espejo en el suelo, ella tirada espatarrada en el baño y no había nadie en casa. En ese momento no sabía lo que hacer, yo pensando que del golpetazo que se había dado estaba medio muerta y necesitaba pedir ayuda corriendo, pero por otro lado pensé que como se despertara y viera que había salido a pedir ayuda estando ella en pelota picada me iba a matar. 

Como la vida de mi amiga me importaba mucho salí a la calle gritando: ¡Ayuda, se ha desmayado! Y en ese momento un familiar cercano de ella vino corriendo como podía a la casa. Cuando entramos nos vimos a mi amiga de pie camino a tumbarse en el sofá, andando como podía y con la mano en la cabeza. Parece que las pocas fuerzas que tenía las había gastado en ponerse el bikini que se había quitado en el baño para no estar desnuda. 

Cuando se tumba en el sofá le cojo la mano medio llorando y salta y me dice: nena, ¿qué ha pasado? Me duele la cabeza un montón y estaba en pelotas en el baño.

Y ahí fue cuando tuve que explicarle que se había DESMAYADO poniéndose un tampón, y que le salvé la vida pero que el golpetazo en la pared sí que se lo llevó. Al final acabamos riéndonos, pero me dijo que si hubieran entrado a ayudarla y ella hubiera estado en pelotas me habría matado. 

Ahora, más de diez años después seguimos recordando esta historia y nos reímos a carcajadas, pero ella sigue diciendo que se equivocó de agujero al meter el tampón.

 

K de Karma.