¿Puedo denunciar a mi vecino por decirle a su mujer que haga deporte porque tiene celulitis?

 

Cuando me mudé a mi piso, el del al lado estaba vacío. Lo cual fue una suerte porque yo tenía un bebé y, por lo que comentaban los vecinos, las paredes eran muy finas y se oía todo. Así que, durante más de dos años nadie hizo ruidos que despertaran a mi pequeña. Ni nadie tuvo que convivir con sus llantos y rabietas.

Yo pensaba que eso de que las paredes eran como papel de fumar era una exageración. Hasta que, hace unos meses, el piso cambió de propietarios y se mudaron los nuevos.

No es que sean folloneros, pero es verdad que se oye todo. To-do.

Cada día soy consciente de cuando entran, cuando salen. De cuando se duchan, tiran de la cadena. Cuando ven la tele, cuando charlan y, sobre todo, cuando discuten.

Se ponen los dos muy vehementes, la verdad. Y tienen pollos por todo y a diario.

No sé qué inicia los conflictos porque, para cuando elevan el tono y puedo entender lo que dicen, la movida ya está avanzada, me he perdido la mitad y, francamente, sigo a lo mío porque me importa poco su vida.

Por otro lado, al principio me llamaba la atención que se pusieran a discutir casi a gritos, pero ahora ya es como el que oye llover. Me he acostumbrado a sus extrañas ‘peleas de enamorados’.

Ahora bien, hace unos días les dio por montarla en la cocina. En la cocina es donde más se les escucha porque nuestros tendederos están pared con pared. Con las ventanas abiertas, es como tenerlos dentro de mi propio piso.

 

¿Puedo denunciar a mi vecino por decirle a su mujer que haga deporte porque tiene celulitis?

 

Pues yo estaba planchando cuando comenzó la función. Se les oía tan alto y claro, que su discusión se superpuso sobre la música de la radio que yo tenía encendida. Y en un momento dado, no sé por qué, dejé de oírlos de fondo y empecé a atender.

Fue entonces cuando escuché cómo él le decía a ella que se dejara de tonterías y se pusiera en serio de una vez. Que tenía que salir a correr, porque lo de andar rápido no le estaba funcionando y cada vez estaba peor. Le dijo que se mirase las piernas y el culo, le preguntó si no le daba asco verse así. Y volvió a decirle que se lo tomara en serio, que no se saltara la dieta y que saliera a correr más veces y más rato.

Y yo en plan: buah, chaval, ¿estamos locos? Poco me faltó para saltar por la ventana y plantarme en su cocina para cantarle las cuarenta al tipo este.

O sea, yo me pregunto: ¿Puedo denunciar a mi vecino por decirle a su mujer que haga deporte porque tiene celulitis? ¿Puedo? ¿Procede? ¿Sería admitida a trámite? ¿Se dice así?

Ojalá vivir en Estados Unidos y verle la cara en un juicio de esos, rollo ‘El estado contra el gilipollas del cuarto izquierda’. Culpable, me cago en todo.

 

La indignada del cuarto derecha

 

Envíanos tus movidas a [email protected]

 

Imagen destacada