Nuestro cuerpo es maravilloso, básicamente porque es el único que tenemos y es el que nos lleva a los sitios y nos mantiene respirando hasta el último día. Hasta aquí todos de acuerdo. Pero hay ciertas cosas del cuerpo humano que aunque puedan tener su explicación científica, yo esta me la paso por donde la espalda pierde su nombre. Por el culo, vamos.

Ciertas situaciones, fenómenos, características, que por más que me esfuerzo no llego a comprender y que seguro a ti te han amargado la existencia en algún momento. ¡CONFIESA!

1. El aliento mañanero

No hay nada mejor que un polvo de esos que surgen nada más abrir los ojos y nada que lo pueda joder más que el aliento mañanero. Por qué, señor, por qué nos tiene que cantar el pozo de semejante manera por las mañanas.

Ahí está tu maromo, sonriéndote con la legaña puesta, listo para la acción. Te desperezas y atacas por debajo de las sábanas dispuesta a darle lo suyo y lo de su prima. Entonces él, en un alarde de entrega, agarra tu cara entre sus manos y te besa con pasión y babas incluidas.

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Tu novio acercándose a ti para besarte

Babas de esas que huelen a almohada y que te hacen pensar que lavarse los dientes antes de follar da toda la bajona (sobre todo en invierno), pero es condición imprescindible para un polvo en condiciones. Palabra Loversize.

2. Los apretones en casa ajena.

Y es que para qué te van a entrar ganas de cagar en tu propia casa si te pueden dar en la casa de otro. Por ejemplo, tu nuevo ligue. Por ejemplo, el amigo de una amiga.

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Yo cuando por fin voy a pillar cacho.

El caso es que no falla. Cuando mejor te lo estás pasando te empieza a crujir la tripa en modo de calambre. Y no hablo de esa caca que puedes aguantar y meter hacia dentro, no. Hablo de esa irrefrenable sensación de que o vas al baño o explotas, de que ya no asoma solo el hocico, no hay marcha atrás.

Si ya eres de los que encima siempre tiene ‘suerte’, fijo que no hay ni papel.

3. Ese pelo en el lunar.

Porque ya de por sí odio los pelos en cualquier parte del cuerpo, ¿PERO EN LOS LUNARES? ¿Qué mierda de invento es este? ¿Qué clase de Dios permite que nos aparezcan cañotos gordos en nuestros delicados lunares?

Hola amigo, no tengo sentido pero aquí estoy
Hola amigo, no tengo sentido pero aquí estoy

Pero es que lo peor no es que aparezcan, lo peor es que todo el mundo desaconseja que te los quites. Me río si realmente pretenden que me deje melenas en mi lunar de la boca, que así en vez de tener un aire a la Crawford parezco más bien macario.

4. No hay mayor mentira que aquello de ‘digan lo que digan los pelos del culo abrigan’.

Y seguimos con el mundo pelos, porque los de los lunares son terribles pero que alguien me explique por qué razón tenemos pelos en el culo. No me engañéis, eso no solo no abriga sino que encima es un foco terrible de complejos.

Entre las chicas es un tema tabú y así está Internet poblado de foros anónimos con mensajes del tipo ‘¿es normal ser chica y tener pelos en el culete?‘. Pues sí cari, me temo que es normal y que si algún día decides depilártelos morirás al cabo de unos días entre terribles picores

No deberían existir, pero ya que están ahí, porculeros (nunca mejor dicho), abogo por la libre conversación sobre este tema entre amigas y la normalización entre las chicas. ¿Por qué aceptamos que ellos los tengan y nos da pavor la idea de tenerlos nosotras y que nos los  vean?

5. Esa tos que te da cuando hay que estar en silencio.

Mira que en tu casa puedes toser a gusto, pero los ataques buenos te van a dar en el cine, en un examen importante o en misa de ocho.

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Para tía. No, para tú.

La tos que te da es proporcional a la vergüenza que puedes pasar según la ocasión. Cuantos más ojos asesinos se clavan en ti por no poder escuchar la película, más energía meten tus pulmones en ahogarte. Ay, bendito cuerpo humano…

6. Ataques de risa con los que se te escapa el pis.

Que el daño colateral de reírte mucho sea mearte encima, tiene narices. Vale que somos imperfectos, pero la realidad es que venimos bastante mal de fábrica y este es un claro ejemplo.

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Me meo toa.

Con la edad la cosa se acentúa y a más de una nos vendría bien tirar de Tena Lady las noches que sabemos nos van a contar unos cuantos chistes.

Por si fuera poco, cuando era pequeña mis tías me hacían guerras de cosquillas con el único fin de ponerme nerviosa porque siempre se me escapaba algún pedo y ellas se descojonaban cuando lo conseguían.

Pis, pedos, qué gusto reírse, ¿no?

7. El moco que gotea en momentos importantes.

Es invierno, ha sido una noche genial y tu cita te acompaña hasta el portal con la clara intención de provocar un acercamiento.

Tú estás congelada, manos en los bolsillos y cara angelical esperando el ansiado beso. Él también tiene frío pero no quiere dejar pasar el momento. Se acerca y entonces lo ves venir. Ese moco líquido que resbala por su nariz hasta casi la boca y que como no frenes te vas a comer de lleno.

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Solo algo como un moco gotera podría estropear una escena así. ¿En serio seguís pensando que nuestro cuerpo es maravilloso?

8. El día que el flujo te huele especialmente a pescadilla.

Vamos, no me mires así. A ti de vez en cuando también te huele fuerte a pescadilla, y lo sabes. Será porque has comido gambas o por el tejido de esas bragas del Primark que con el roce provoca fuegos artificiales, pero te huele.

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¿En serio ese olor viene de ahí abajo?

Y encima lo más probable es que ese día tengas una cita y el colega en cuestión vaya con ganas de comerte el ñoqui. Tú, doncella decorosa, no querrás que tu pretendiente piense que tu entrepierna huele de forma habitual como una lata de sardinas así que acabarás por inventarte una regla inexistente para postergar lo que viene siendo el aperitivo y dejarlo para otra ocasión.

A veces pienso que somos demasiado buenas, y nuestro cuerpo demasiado cruel. ¿Tú qué opinas?