Tiene más de 90 años, se ayuda de un andador para cruzar la calle y todos los días se toma su cerveza en la terraza del bar de abajo.

No falla nunca. Lo sé porque yo la miro desde mi ventana y todos los días me digo para mí, «de mayor quiero ser como ella».

Transmite una fragilidad construida por los años de los que sus arrugas dan fe y a su lado, cada día, su marido, delgado, ligeramente más alto y portando el paraguas  los días de lluvia para protegerla de ese agua que cala hasta el alma. 

La miro mientras le doy sorbos a mi café caliente y pienso en esa pequeña rutina construida desde hace meses y en esa felicidad que rodea a un acto cotidiano que repetimos quitándole, o no dándole, la importancia merecida.

A veces le tiemblan las manos y entonces él, la ayuda con esa copa para que se tome esos sorbos de cerveza y de vida.

A veces brindan, y yo con ellos, aunque no lo sepan, aunque no me vean, aunque a veces me sienta una artista no invitada cotilleando su escena cotidiana.

Pienso que a poco más quiero aspirar en mi vida que a tener unas monedas en el bolso para tomarme esa cerveza todas las mañanas cuando los años empiecen a descontar, aunque sigan contando.

La señora y su cerveza me ha hecho reflexionar a este lado del cristal mucho más que aquel viejo profesor de filosofía que cada lunes a las 9 de la mañana intentaba que nos replanteáramos el mundo entero.

Que aunque a veces fantasee con ello, los viajes a la otra punta del mundo son imprescindibles, que gastarse el dinero en una casa de esas enormes en las que te pierdes camino del baño puede no ser lo necesario para encontrar la felicidad, ésa que tenemos que dejar de buscar para empezar a construirla. Que puede ser que quememos los años buscando ese algo grande sin recabar en esas pequeñas cosas que son, sin duda, las que lo hacen todo grande, aunque suena a tópico, aunque suene a canción de Maldita Nerea.

Que ojalá seguir bebiéndose la vida a los noventaytantos.

¿Que qué es el amor? No lo sé, pero imagino que tiene mucho de tener a esa persona que te ayuda con la cerveza cuando a ti te tiemblan las manos y no solo el corazón.

Señora, es usted filosofía. Y actitud de vida.