Recuerdo que yo era muy niña. Creo que todavía jugaba con muñecos (o tal vez ya no). Era esa extraña y difusa etapa en la que estás dejando de ser niña, pero todavía no eres mayor. La pre-adolescencia estaba cercana y entre querer seguir jugando con muñecas y empezar a sentir que iba creciendo había un paso, como un curioso baile de años, crecimiento y hormonas.

Seguía viendo dibujos, como ahora, pero también me ponía a ver con mi madre las series que me dejaba. Y no sé por qué, pero esa serie pasó su filtro de «cosas que puede ver mi hija»: ‘Beverly Hills 90210: Sensación de vivir‘ (el por qué de esa traducción aquí es uno de los grandes misterios de la época).

Y con esa serie llegó él, mi primer gran amor de la tele: Dylan. Se convirtió en mi primer novio de la tele y al que seguirían muchos otros. Pero sí, él fue el primero y que por eso, se hizo un hueco bien grande en mi corazón (y en la memoria).

Sí, Dylan nos gustaba a muchas (a pesar de que era el mayor de todos los actores). Puede que porque fuese el malote, porque tenía esa mirada misteriosa (que pensándolo era mirada melancólica de miopía), porque era guapo, por su historia con Brenda… Pero creo que nos encandiló porque era diferente a los demás. Al igual que Brenda. Sí, era guapa y se juntaba con los populares, pero recuerdo el capítulo en el que se cosía los vaqueros con tela de flores por no comprárselos en la televisión (el DIY noventero empezó ahí).

Dylan no era como Steve o como Brandon. Era diferente, rebelde y no dudaba en decir las verdades a los ricachones de Beverly Hills.

Dylan enamoró a adolescentes, pre-adolescentes y niñas (que por algo sacaron los muñecos de la serie como si fuesen Barbies y Kenes).

Y hoy, todas esas niñas, pre-adolescentes y adolescentes no damos crédito y nos duele ese hueco grande en el corazón y en la memoria porque Luke Perry ha fallecido. Dylan ha muerto. Porque para siempre, Luke estará asociado a Dylan.

Con sólo 52 años, el actor ha fallecido acompañado de su madre, sus hermanos, sus dos hijos, su prometida y su exmujer, junto a otros familiares cercanos y amigos.

Con Luke también se ha ido Dylan. Y con Dylan también se ha ido una parte de nosotros. Se ha ido esa niña que todavía jugaba con muñecas y que bailaba con el tiempo que la estaba haciendo mayor.

Porque si preguntas a muchos adolescentes de hoy no sabrán quién es Luke Perry, quién era Dylan y mucho menos Brandon y Brenda. Se ha ido una parte de nosotras con él, nuestro primer novio de la tele.

Con este adiós somos más conscientes del tiempo que ha pasado, de los cumpleaños que hemos celebrado. Ya no está la pre-adolescente que quería salir con Dylan. Y ya no está tampoco él. 

Seguimos bailando con el tiempo haciéndonos mayores.

Pero aunque ya no está la niña que jugaba con muñecas ni la que creció para dejar de hacerlo, también seguimos bailando contigo, Dylan. También bailamos por y contigo, Luke.

 

 

Imágenes de: ‘Beverly Hills, 90210’ – FOX