El embarazo puede ser una etapa maravillosa, las mujeres suelen describirlo como la experiencia más especial de sus vidas. Durante 9 meses te conviertes en un pequeño (o grande) horno portátil, que prepara con amor el mejor de los pasteles.

Estás llena de vida, dos corazones latiendo a la par, una panza prominente pero preciosa, que nadie juzga ni critica.

De repente un día te miras al espejo y no te encuentras, ni reconoces a la mujer que te mira ojerosa con lamparones de leche en la camisa, despeinada y descentrada. Con sueño, exhausta, consumida y que le sobran unos kilos, pero éstos no te hacen sentir tan feliz.

Esa chica que te mira a través del espejo lleva días sin comer caliente, sin darse una ducha en condiciones y en ocasiones no encuentra ni tiempo para respirar.

¿Que ha sido de esa mujer radiante? ¿Dónde ha ido?

Sigue ahí, créeme. Está esperando su momento. Nos hablan del postparto, de la depresión, de la lactancia, de los entuertos… Pero no te hablan de la nueva mujer que ha nacido, esa también eres tú. Has alumbrado a un bebé, y también a una madre. Da igual cuántos hijos tengas, con cada uno nace una tú nueva y mejorada. Como si fueras la última versión de móvil con el mejor sistema operativo, mejor cámara y capacidad. Ahí estás tú con tus nuevas aplicaciones y el nuevo enfoque.

Esa madre renovada que se adentra en un mundo completamente nuevo (o quizás no tanto), con miedos e inquietudes. Y te preguntas cuándo volverás a ser tú, la que se maquillaba todos los días, tenía pies y uñas arreglados, y el pelo inmaculado. Una Barbie. Cuándo tendrás tiempo para un baño relajante con espuma y copa de vino o una tarde de compras.

La maternidad en ocasiones es dura, no te mortifiques, no te agobies, no te tortures. Que no te importe que la raíz del pelo te llegue hasta las orejas, quizás crees tendencia. Tu momento llegará, cuando menos lo esperes volverás a reconocer a la mujer que te mira a través del espejo. Porque esa madre 2.0 en la que te has convertido es preciosa tal y como es.

El pelo, las uñas y el maquillaje pueden esperar, créeme. Nadie te juzgará por ello porque irradias amor por todos tus poros, porque vuelves a ser cobijo aunque no albergues un bebe en tu panza. Porque eres maravillosa en cualquiera de tus versiones.

Alilín.