Tengo que ser sincera; cariño, tienes una vida extremadamente dura. Todos esos golpes, todos esos vaivenes, todas esas… ¡repeticiones!
Y es que, querida amiga, ¿para qué me pides consejo si luego haces lo que te sale del conejo?
Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza tres veces con la misma piedra, y esto es algo que hasta se puede entender en cierto modo. Si no ves la piedra, te tropiezas con ella. Al tropezarte con ella le prestas atención y realizas pruebas en torno a la misma, por lo que vuelves a tropezar. El tercer recalcón… ese ya es por confirmar el hecho anteriormente experimentado o por mero despiste… Pero sea como sea, es algo que haces de forma individual y por curiosidad.
Pero lo tuyo… lo tuyo tiene delito, nena.
En tu caso, no es que tropieces, ¡es que te tiras en plancha contra el suelo! Es más, tienes tanta práctica adquirida que posas y te haces selfies mientras caes.
Poner la cabeza como un bombo es tu especialidad, pedir ayuda desesperadamente para después dar las infinitas gracias y demostrar lo increíblemente dura que vas a ser con ese capullo o lo pronto que vas a dejar de fumar, pero poco después vuelves a las andadas.
Cielo, si vas a hacer lo que te de la gana… no me hagas repetirte las cosas las doscientas veces que te ocurre lo mismo. Porque me importas, me preocupo por ti -y por ello te aconsejo- pero si siempre estás con lo mismo, acabarás siendo la amiga pesada y repetitiva.
¡Te decimos lo que pensamos en base a lo que creemos adecuado y beneficioso para ti! Puedes o no seguir nuestras pautas, pero, por favor, si te metes en el mismo lío una y otra vez al seguir en las mismas andadas…. Next.
Porque todas tenemos un conejo chachi que nos aconseja hacer lo que -egoístamente hablando- nos apetezca en cada momento, y quizás la próxima vez que te repitas más que el ajo nos apetezca salir corriendo a tomarnos un té y leer en pantuflas en nuestra casa.
¡Nom-nom!
