Hasta los ovarios estoy de aguantar la mala educación de los niños ajenos. Y DE SUS PADRES.

He creído justo y necesario definir de qué va el artículo así de entrada y comunicaros también que aquí la menda es madre. De dos. Dos MUY movidos. MUY, MUY MOVIDOS.

No, mi cabreo y mi queja no tiene nada que ver con el ser o no madre, con no saber qué es un niño, ni con no tener claro lo duro que es controlarlos a veces. Lo sé TODO.

Yo me lo curro para que mis hijos no molesten al prójimo y espero lo mismo del resto de humanos.

ERROR.

El detonante que ha dado pie a este post se produjo el sábado pasado. Andaba yo mirando unos modelis en una tienda de ropa, cuando dos niños de unos ocho años pasan por mi lado corriendo, empujándome, tirando perchas a su paso. Libres como pájaros las criaturas, tal cual si estuvieran en el parque. En el parque no podían estar porque andábamos a unos 42 grados celsius. HORROROSO. Supongo que por eso mismo, su querido padre pensó que lo mejor era llevárselos a un sitio con aire acondicionada a pegarse unas carreritas. Porque, amiguis, no solo no les reñía, sino que visualicé a ese ser de cuarenta tacos de cara a la pared (de la tienda, os recuerdo) con los ojitos tapados y contando: unoooo, dooooos, treeees, …

SÍ, CON DOS COJONES.

El padre estaba jugando al escondite/pillapilla en pleno Zara sin ningún tipo de problema.

Y aquí es donde yo, madre como muchas, entiendo que haya hoteles sin niños, restaurantes sin niños y, si siguen así de tocacojones algunos, quizás nos encontremos con tiendas sin niños. Y oye, que igual los visito con asiduidad. Porque nada jode más que dejar a los tuyos para respirar tranquilamente y que sean otros los que te sacan de quicio.

Porque tu libertad (y la de tus hijos), querido padre maleducado, acaba donde empieza la mía. Mi libertad incluye ir en avión sin que me destrocen la espalda a patadas, no escuchar la Play de tu hijo en el tren y, por supuesto, mirar ropa sin que me empujen.

Llámame rara.

Me ha parecido el preverano un buen momento para redactar esta petición. Porque, ojito, que llega el momento playa, con el consiguiente peligro de:

Niños corriendo por encima de ti y de tu toalla.

Niños tirándose de cabeza a dos centímetros de tu acojonado cuerpo, por más que haya cien metros cuadrados libres a tu alrededor.

Niños berreando en el chiringuito donde tú pretendes zamparte tu paella relajadita.

Y así un largo etcétera de sinsabores que NO tengo por qué soportar.

Así que, queridos padres maleducados, el resto de la humanidad os pide por favor que, si hace calor y tus retoños te molestan en casa, pues te aguantas, como el común de los mortales. Si te parece una pesadez educarlos, pues es lo que hay. Si a ti parece un coñazo aguantarlos…

A MÍ, NI TE CUENTO.