Celia y Marcos llevaban 8 años juntos cuando decidieron abrir su relación. En contra de lo que muchas personas creen, ellos cuentan que se debe abrir una relación cuando la misma está en su mejor momento y no al revés. Debe haber confianza, respeto, amor y mucha mucha comunicación.

Ellos estaban en la cresta de la ola, felices, estables y con ganas de experimentar. Me cuentan que ambos tenían muchas ganas de conocer a gente nueva y que establecieron unas normas fijas sobre cómo lo harían. Aquí cada pareja tiene sus propias exigencias. Hay quien no quiere saber nada de lo que la otra persona hace, hay quien quiere saberlo todo, hay parejas que exigen estar presentes… Eso, dependiendo de lo que a cada uno le guste y, siempre y cuando las cosas se hablen y no se le oculte a las demás personas implicadas, es cosa de cada pareja.

En este caso, ellos acordaron contárselo todo, incluso se planteaban estar presentes si se daba la ocasión. Todas las normas que pusieron eran relativas a la parte más personal, al amor, al cariño. Debían ser sinceros siempre entre ellos y con la persona con la que compartiesen cama y dejar claro siempre, que si existía un sentimiento más allá del deseo físico, debían parar.

Durante unos meses, Marcos salió por locales donde suele haber solamente chicos, quería experimentar y así lo hizo. Celia, por su parte, empezó saliendo con amigas y conoció a algún chico interesante con el que compartir un rato divertido, pero pronto se cansó, pues no era lo que le apetecía de verdad. Ella se empezó a frustrar porque los días en que acordaban salir a ligar por separado, a ella no le apetecía en realidad. Así que empezó a acompañar a su novio a los locales donde él había conocido a sus últimos amantes. Una noche, un grupo de chicas se acercó a Celia mientras Marcos bailaba. Una de ellas, Silvia, le preguntó si había ido sola o era amiga de aquel chico con el que la había visto besarse. Ella se rio. Sonaría extraño, pero estaba aburrida y no le importaba dar explicaciones. Le contó que aquel chico era su novio, que estaban muy enamorados, pero que tenían una relación abierta y que estaban experimentando. Silvia sonrió juguetona y, sin previo aviso, besó a Celia con tanta pasión que todos los poros de su cuerpo se pusieron de punta. Celia se iba a apartar para asimilar lo que estaba pasando pero, al ver la cara de Silvia y sentir un hormigueo por todo el cuerpo, supo que eso era lo que ella estaba buscando, así que la besó de nuevo.

Se fueron a una esquina del local y allí se besaron como lo hacen las adolescentes cuando se están descubriendo. Cuando abrió un ojo y vio a Marcos sintió una punzada de miedo, pues no habían contemplado era posibilidad y no sabía si él estaría de acuerdo. Con el rabillo del ojo lo vio acercarse con una sonrisa de oreja a oreja. Si estaría de acuerdo. Estaba claro.

Cuando Marcos vio a Celia besarse con aquella chica, sintió que todo en su cabeza encajaba y que, aquello que tanto había buscado, estaba ahora allí, delante suyo. Al verlo acercarse más, Celia se separó un poco de Silvia, entonces esta se giró y vio a Marcos mirarlas sonriente, entonces dio un paso hacia él y le besó con la misma pasión con la que lo estaba haciendo con su novia unos instantes antes. Celia aprovechó el momento para colocarse la ropa que se le había retorcido y, al verlos juntos supo que aquella noche acabaría bien.

Los tres se fueron a casa de la pareja y allí… Pues no hace falta que os cuente lo que pasó durante horas.

A la mañana siguiente, Silvia se levantó feliz y, rebuscando en la cocina, atinó a preparar café. La pareja, extasiada, sonreía y comentaba lo sorprendidos que estaban de cómo habían salido las cosas. Al verla entrar por la puerta con tres tazas de café, se miraron y rieron entre bromas sobre si ella era la novia perfecta.

Las noches de pasión a tres bandas empezaron a ser frecuente y, aunque una noche otra chica se acercó a ellos, no era lo mismo y acabaron con Silvia de nuevo entre sus sábanas.

Pasadas varias semanas, un día Celia propuso invitarla a cenar y Marcos aceptó. Pasaron una velada agradable. Ella era muy cariñosa y simpática y además compartía muchos gustos, aficiones y valores con la pareja.

Cuando se dieron cuenta, los planes de tarde, noche e incluso para comer, incluían siempre a Silvia. Cuando la pareja quería comunicarse por Whtasaap, ya no lo hacían directamente al otro, sino en el grupo que tenían con ella…

Una noche en que ambos estaban solos en casa, Celia propuso llamar a Silvia, pero Marcos, justo cuando iba a decir que si, le dijo que antes debían hablar. Las normas de no enamorarse se estaban rompiendo en pedazos, pues él sentía cosas muy fuertes por Silvia que iban más allá de la mera pasión y deseo físicos. Celia, sonrojada, admitió llevar bastante tiempo sabiendo que se había enamorado, pero tenía miedo de perder a ambos. Esa noche invitarían a Silvia, pero para contarle lo que habían hablado y que ella diese su opinión.

Cuando Silvia llegó se sorprendió de verlos tan serios. Ambos la llevaron de la mano al salón y le contaron lo que habían hablado en su ausencia. Ella suspiró relajada, ya que al verlos tan serios creyó que le dirían que no querían verla más. Ellos la miraron de forma dulce, como hasta ahora no se habían permitido hacer. Ella sonrió muy contenta, pues sentía lo mismo que ellos, pero temía que creyesen que se estaba entrometiendo en la pareja.

Dos meses después de aquella noche, ella ya vivía con ellos y ahora son una trieja feliz. Muy juzgados por la sociedad, pero a ellos les da igual, los tres son felices y, siempre que pueden, acuden juntos a los eventos familiares ante la perplejidad de mucha gente, pero, por suerte, su círculo cercano acepta su relación y se han podido integrar bien.

A mi me siguen pareciendo muy curiosos los casos como el suyo, pero los he conocido un poco y me han parecido tan felices…

Luna Purple.

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