Una de las frases que más odio en este mundo es cuando oigo a alguien decir que el cuerpo de la mujer está diseñado para ser madre.
Que no voy a ser yo la que venga a contradecir a la ciencia, o sí, depende de como me levante. Ya he dicho varias veces que tengo una Universidad en mi casa con científicos que hacen estudios casi igual de absurdos que los de Estados Unidos.
Y en uno de esos estudios, lo que salió de una forma absolutamente concluyente es que mi cuerpo está hecho para comer croquetas, no para expulsar seres humanos. Es un tipo de cuerpo retentivo, por eso soy gorda, porque es egoísta y se lo queda todo, no le gusta expulsar cosas y menos por el chirri. ¡Estamos locos!
Así es que aparte de esta razón física que me impide ser mamá, voy a dar unas cuantas razones más con las que cabrearé a medio planeta, pero es que a mi cuerpo eso también le gusta. Allá voy, viviendo al límite:
. No me gustan los niños. No me hacen gracia, no tienen sentido, dicen tonterías (vale como la mayoría de adultos, pero esos ya han nacido, no podemos exterminarlos). Son pesados, dependientes, dan trabajo, y duermen poco. Un horror vaya. Y si no me gusta algo ¿cómo lo voy a tener?
. Los niños son caros. Y a mi lo único caro que me gusta son los bolsos y los zapatos por lo que con lo que gasta un niño y ya no digo dos, me compro la colección entera de Jimmy Choo del próximo invierno.
. Prefiero que Hannibal Lecter me secuestre y se me coma a trozos que estar en un grupo de Whatsapp de madres del colegio. Nunca he estado (no tengo hijos) pero solamente con un mínimo atisbo de lo que me explican mis amigas de las conversaciones que hay allí y de los tipos de madres que se encuentran, yo ya prefiero morir.
. No tengo la necesidad de procrear. Ni ese instinto que dicen que te llama para que desees ser madre. Y como dicen que la naturaleza es sabia, pues no seré yo quién venga a contradecirla. En este caso me va bien obedecer. El único instinto que me llama es el de entrar a las tiendas caras a gastar, es incontrolable, lo juro. Así que tengo instinto material.
. Si se me mueren los cactus que hay que regarlos muy poco y se me olvida… ¿y si se me olvida alimentar al niño tres semanas? Eso es cárcel. Porque el cactus lo metes en una bolsa de basura, destruyes pruebas y nadie se entera, pero lo otro ya, es más complicado.
. Porque no me apetece dedicar mi vida un montón de años a otra persona. Que no son diez, ni quince. Que hoy en día los hijos tienen 30 años y siguen en casa dando por saco ¡Que yo me emancipé a los 21! ¡Espabilad! Y si ya me da pereza dedicar media hora a alguien que no sea yo, imagínate 30 años. Llamo a Hannibal a que venga a por mi de nuevo.
. Odio madrugar, y los niños vienen con un gen incorporado de despertarse (por joder) antes de la nueve de la mañana. Vaya que tengo amigas que sus hijos se despiertan a las siete ¡a las siete! pero si ni para trabajar me levanto tan temprano. Y con el mal humor con el que me despierto, no querría saber ese niño imaginario la que le iba a caer.
. He buscado mi desarrollo profesional, y eso requiere un gran número de horas de trabajo y esfuerzo en la edad de procrear, para poder vivir mucho mejor en la edad en que ya se te ha pasado el arroz. Es simplemente una cuestión de prioridades.
Así es que madres del mundo, os admiro. Seguid procreando ya que si hubiera muchas como yo esto se acabaría pronto. Y sobre todo desde aquí quiero dar las gracias especialmente a la madre de Jason Momoa porque si ella no hubiera decidido tener a ese hijo mi vida no tendría tanto sentido. Gracias por tanto.